Praia das Maçãs, de José Malhoa

El portugués Antero de Quental (1842-1891) pasó del romanticismo de influencia lamartiniana a la poesía de compromiso social, tras su conversión al socialismo. En sus Sonetos (1886) se refleja la lectura de pensadores pesimistas como Schopenhauer.

A UN POETA

Surge et ambula!

Tú que duermes, espíritu sereno,
a la sombra de cedros seculares,
como un levita al pie de los altares,
ajeno a luchas y fragor terreno,

¡despierta, es hora! El sol, alto ya y pleno,
ha ahuyentado las larvas tumulares…
Un mundo nuevo, al fondo de los mares,
espera el tiempo de dejar su seno…

¡Escucha la gran voz de esas legiones!
¡Son hermanos que se alzan, son canciones
de guerra, son la voz que nada abate!

Álzate, pues, soldado del Futuro,
y con rayos de luz del sueño puro
¡haz, soñador, la espada del combate!

Sonetos, 1886. Traducción de José Antonio Llardent.

A UM POETA

Surge et ambula!

Tu que dormes, espírito sereno,
Posto à sombra dos cedros seculares,
Como um levita à sombra dos altares,
Longe da luta e do fragor terreno.

Acorda! É tempo! O sol, já alto e pleno
Afugentou as larvas tumulares…
Para surgir do seio desses mares
Um mundo novo espera só um aceno…

Escuta! É a grande voz das multidões!
São teus irmãos, que se erguem! São canções…
Mas de guerra… e são vozes de rebate!

Ergue-te, pois, soldado do Futuro,
E dos raios de luz do sonho puro,
Sonhador, faze espada de combate!

Sonetos, 1886.

TORMENTO DEL IDEAL

Conocí la Belleza que no expira:
triste quedé. Cual si desde alta sierra,
la más alta, observamos mar y tierra,
y la gran nave o torre, si se mira,

en los rayos de luz se ve menguar:
así yo he visto el Mundo y cuanto encierra
desmayar como nube cuando yerra
en el ocaso, y corre sobre el mar.

Pido en vano a la forma idea pura,
mas topo en sombras con materia dura
y encuentro imperfección en lo que existe.

Fui bautizado como los poetas,
y envuelto por las formas incompletas
para siempre quedé pálido y triste.

Sonetos, 1886. Traducción de José Antonio Llardent.

TORMENTO DO IDEAL

Conheci a Beleza que não morre
E fiquei triste. Como quem da serra
Mais alta que haja, olhando aos pés a terra
E o mar, vê tudo, a maior nau ou torre,

Minguar, fundir-se, sob a luz que jorre;
Assim eu vi o mundo e o que ele encerra
Perder a cor, bem como a nuvem que erra
Ao pôr-do-sol e sobre o mar discorre.

Pedindo à forma, em vão, a idéia pura,
Tropeço, em sombras, na matéria dura,
E encontro a imperfeição de quanto existe.

Recebi o batismo dos poetas,
E, assentado entre as formas incompletas,
Para sempre fiquei pálido e triste.

Sonetos, 1886.