Don Quijote de la Mancha, de Joaquín Peinado

Dentro de la poesía pura hay que situar la obra inicial del madrileño Dámaso Alonso (1898-1990). Ya en la posguerra, escribe Hijos de la ira (1944), obra fundamental en lo que él mismo denominó poesía desarraigada, es decir, la de aquellos para quienes el mundo es “un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla”.

CÓMO ERA

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
JUAN R. JIMÉNEZ

La puerta, franca.
Vino queda y suave.
Ni materia ni espíritu. Traía
una ligera inclinación de nave
y una luz matinal de claro día.

No era de ritmo, no era de armonía
ni de color. El corazón la sabe,
pero decir cómo era no podría
porque no era forma, ni en la forma cabe.

Lengua, barro mortal, cincel inepto,
deja la flor intacta del concepto
en esta clara noche de mi boda,

y canta mansamente, humildemente,
la sensación, la sombra, el accidente,
mientras Ella me llena el alma toda!

Poemas puros, poemillas de la ciudad, 1921.

VOZ NUEVA Y AFLAUTADA

Callada
de motivos eternos
mi voz se va!

A lo lejos
aun hay días alegres
—las piedras del sendero
cuando brillan al Sol—.

Yo quiero
cantar con mi voz nueva,
ponerme mi casaca,
tantear el pandero
y hacer las piruetas
graciosas.

Sí. Yo quiero.

Poemas puros, poemillas de la ciudad, 1921.