Abstracto azul, de Miguel Brenner

A los 22 años, el poeta peruano Enrique Verástegui (1950) sorprendió a la crítica por el poderoso aliento lírico de su primer libro, En los extramuros del mundo, que revelaba la lectura pertinaz de los poetas beatniks y de Ernesto Cardenal. Sus poemas posteriores, como los de su monumental Ética, de más de mil páginas, destacan por su rigor artístico y vasta erudición.

SI TE QUEDAS EN MI PAÍS

En mi país la poesía ladra
suda orina tiene sucias las axilas.
La poesía frecuenta los burdeles
escribe cantos silba danza mientras se mira
ociosamente en la toilette
y ha conocido el sabor dulzón del amor
en los parquecitos de crepé
bajo la luna
de los mostradores.
Pero en mi país hay quienes hablan con su botella de vino
sobre la pared azulada.
Y la poesía rueda contigo de la mano
por estos mismos lugares que no son los lugares
para filmar una canción destrozada.
Y por la poesía en mi país
si no hablaste como esto
te obligan a salir
en mi país
no hay donde ir
pero tienes que ir saliendo
como el acné en el cascarón rosado.
Y esto te urge más que una palabra perfecta.
En mi país la poesía te habla
como un labio inquietante al oído
te aleja de tu cuna culeca
filma tu paisaje de Herodes
y la brisa remece tus sueños
–la brisa helada de un ventilador.
Porque una lengua hablará por tu lengua.
Y otra mano guiará a tu mano
si te quedas en mi país.

En los extramuros del mundo, 1971.