Retrato de La Calderona, anónimo

Lope Félix de Vega Carpio (Madrid 1562-1635), uno de los mayores renovadores de la lírica en su tiempo, supo convertir en literatura cuanto vivió. Es, junto a Quevedo y Góngora, uno de los tres maestros indiscutibles de la poesía barroca española.

VERSOS DE AMOR, CONCEPTOS ESPARCIDOS…

Versos de amor, conceptos esparcidos,
engendrados del alma en mis cuidados;
partos de mis sentidos abrasados,
con más dolor que libertad nacidos;

expósitos al mundo, en que, perdidos,
tan rotos anduvistes y trocados,
que sólo donde fuistes engendrados
fuérades por la sangre conocidos;

pues que le hurtáis el laberinto a Creta,
a Dédalo los altos pensamientos,
la furia al mar, las llamas al abismo,

si aquel áspid hermoso no os aceta,
dejad la tierra, entretened los vientos:
descansaréis en vuestro centro mismo.

Rimas, 1604.

PASÉ LA MAR CUANDO CREYÓ MI ENGAÑO…

A Lupercio Leonardo

Pasé la mar cuando creyó mi engaño
que en él mi antiguo fuego se templara;
mudé mi natural, porque mudara
naturaleza el uso, y curso el daño.

En otro cielo, en otro reino extraño,
mis trabajos se vieron en mi cara,
hallando, aunque otra tanta edad pasara,
incierto el bien y cierto el desengaño.

El mismo amor me abrasa y atormenta,
y de razón y libertad me priva.
¿Por qué os quejáis del alma que le cuenta?

¿Que no escriba decís, o que no viva?
Haced vos con mi amor que yo no sienta,
que yo haré con mi pluma que no escriba.

Rimas, 1604.

QUIERO ESCRIBIR, Y EL LLANTO NO ME DEJA…

Quiero escribir, y el llanto no me deja;
pruebo a llorar, y no descanso tanto;
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto:
todo me impide el bien, todo me aqueja.

Si el llanto dura, el alma se me queja;
si el escribir, mis ojos; y si en tanto
por muerte, o por consuelo, me levanto,
de entrambos la esperanza se me aleja.

Ve blanco, al fin, papel, y a quien penetra
el centro deste pecho que me enciende
le di (si en tanto bien pudieres verte)

que haga de mis lágrimas la letra,
pues ya que no lo siente, bien entiende:
que cuanto escribo y lloro todo es muerte.

Rimas, 1604.

AQUÍ CUELGO LA LIRA QUE DESAMO…

Aquí cuelgo la lira que desamo,
con que canté la verde primavera
de mis floridos años, y quisiera
romperla al tronco, y no colgarla en ramo.

Culpo mi error, y la ocasión infamo,
por quien canté lo que llorar debiera,
que el vano estudio vano premio espera,
ladrón del tiempo con disfraz le llamo.

En otra lira, a cuyo son recuerdas,
dormida musa, en este breve plazo
canta segura de que el tiempo pierdas.

Templola amor con poderoso brazo,
que en tres clavijas le subió las cuerdas,
y le labró de una lanzada el lazo.

Rimas sacras, 1614.

LA LENGUA DEL AMOR, A QUIEN NO SABE…

La lengua del amor, a quien no sabe
lo que es amor, ¡qué bárbara parece!;
pues como por instantes enmudece,
tiene pausas de música suave.

Tal vez suspensa, tal aguda y grave,
rotos conceptos al amante ofrece;
aguarda los compases que padece,
porque la causa su destreza alabe.

¡Oh dulcísimo bien, que al bien me guía!,
¿con qué lengua os diré mi sentimiento,
ya que tengo de hablaros osadía?

Mas si es de los conceptos instrumento,
¿qué importa que calléis, oh lengua mía,
pues que vos penetráis mi pensamiento?

Rimas sacras, 1614.

UN SONETO ME MANDA HACER VIOLANTE…

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

La niña de plata, comedia, en Parte IX de las obras de Lope de Vega, 1617.