La casa verde, de Isabel Gutiérrez

Cotidianeidad, ficcionalización de lo vivido y un lenguaje sobrio, suavemente literaturizado, son las características de la poesía de Leopoldo Alas Mínguez (La Rioja, 1962-2008), sobrino-nieto de Clarín.

POÉTICA

En los tiempos que corren, salvo si tengo miedo,
prefiero estar sin preguntarme nada.
No importa dónde quedan los días que han pasado
ni entender si es eterna la vida, breve o larga.
Lo único que pido son sentimientos claros
y ver la luz del sol cuando despierto.

Comprendo que se va estrechando el cerco
y que el azar me tiende inesperadas trampas.
Los sueños no me alteran porque sé que son vanos
y olvidar me libera de penosas jornadas.
En mañanas oscuras, pocas veces al año,
me cubro con la sábana y lloro por los muertos.

La condición y el tiempo, 1992.

SI CAMBIO DE OPINIÓN

Las leyes de la versificación
crean los conceptos, y no al revés.

Lo leo en la reseña que hace Dobry en Babelia
sobre Parménides, de César Aira.
Cuenta que el sabio griego no escribió su poema
Sobre la naturaleza, pilar de la metafísica;
que se lo encargó a un negro llamado Perinola
y el negro lo compuso como le iba saliendo,
juntando disparates y ocurrencias.
Así, lo sublime se vuelve banal…
Una teoría ontológica fundamental
en la tradición filosófica de Occidente
se muestra como el ejercicio retórico
de un humilde poeta a sueldo.

Esta tarde he creído verte
asomado por encima de un cartel publicitario
que decía: “¿Y si cambias de opinión?”.
Tú te reías de ella. A mí, con la poesía,
me pasa lo que al negro con los versos.
Que escribo lo que escribo
en función del ritmo y de la medida,
de normas que me obligan y de otras que me invento
para que no se diga ni decir demasiado.

Con la rima no sé que ocurriría,
qué formas me impondría,
a qué conclusiones me llevaría.
Prefiero no saberlo todavía.
Si cambio de opinión, te enterarías.

Concierto del desorden, 2007.