Dos figuras constructivas con objetos, de Joaquín Torres García

La obsesión de la muerte, la fuerza del amor y el imperativo de la poesía son algunos de los temas de la uruguaya Sara de Ibáñez (1910-1971). El lenguaje brillantemente musical y las más audaces metáforas caracterizan también a su lírica.

LA PÁGINA VACÍA

A Stéphane Mallarmé

Cómo atrever esta impura
cerrazón de sangre y fuego,
esta urgencia de astro ciego
contra tu feroz blancura.
Ausencia de la criatura
que su nacimiento espera,
de tu nieve prisionera
y de mis venas deudora,
en el envés de la aurora
y el no de la primavera.

Las estaciones y otros poemas, 1957.

SÓLO LA VOZ

Atrás la tierra, el aire, el fuego, el agua.
Adiós vieja catástrofe del polvo,
juguete antiguo de los dioses, huye
del peje, la mandrágora y el oso;
niégate al ser de tus feroces nubes,
quita al cansado mundo tus amarras,
ni peses ni en mi lengua ni en mis ojos.

Adiós el aire, tus airadas torres,
nupcial obrero de los prados, frágil
arquitecto de sombras y de vuelos;
deja el alisio en su anillada clave,
bórrate de oleajes y veleros:
no perturbes las plumas de la noche
y estanca los andares de mi aliento.

Atrás el fuego, burlador divino:
desiste de tus bélicos jardines,
deja el rayo, la sangre, las colmenas,
vacía los paraísos que ofreciste
de tu sinuosa fábula de gemas;
déjame ver sin ti, falaz amigo,
el perfecto color de las tinieblas.

Adiós el agua y tus floridos coros:
renuncia al mar, al vuelo de las fuentes,
sepárate del canto de las lluvias,
del mullido diamante de la nieve;
quiebra la sed redonda de las uvas,
desértame el rumor con que te nombro,
no estorbes ni en la muerte de las juncias.

Atrás la tierra, el agua, el fuego, el aire:
dejad que diga el pensamiento solo
la flor sin cuerpo de mi voz desnuda.

1957. Canto póstumo, 1973.