Árboles, de Alfonso de Olivares

La poesía del madrileño Juan José Domenchina (1898-1959) se caracteriza por el rigor conceptual, la ironía amarga y el barroco rebuscamiento verbal. Los sonetos y décimas compuestos durante su exilio en México son lo mejor de su producción, tanto por su perfección formal, como por su acento de dignidad moral y grave estoicismo.

27 DE DICIEMBRE

Estás en tu papel.
J. J. D.
La letra mata.
ANTONIO MACHADO

La pluma ilesa va con vuelo herido
a borrar la patética blancura
del papel –¿siempre virgen?–, sepultura
de palabras que apenas han nacido.

Sentimiento acerado, su sentido
aspira a pensamiento: tu escritura
sabe surcar en surcos de amargura
el papel –agua en blanco– sorprendido.

En tu papel estás, pero te mata
la letra. ¿No es tu sombra lo que escribes
y tu muro encalado tu papel?

La sombra de tu tinta te retrata,
y, en sus trazos delebles, lo que vives
se cifra en signos y se abrasa en hiel.

Pasión de sombra, 1944.

LA VOZ REMOTA

Corriente por de dentro, soterraña,
voz que se me quedó bajo la tierra
que tuve y que me tuvo. Allí no yerra;
allí está siendo, como siempre, entraña.

Yo no canto en falsete la patraña
que atipla al que, avenido, se destierra.
Pronuncio desde allí, que es donde entierra
su son el grave acento que no engaña.

Aquí, sombra a lo lejos, me acompaña
el ademán suasorio de una tierra
que esgrime el gesto con rotunda maña.

Y os hablo, limpio timbre que se empaña
sobre los mares, como muerto en guerra,
desde una fosa, con mi voz de España.

La sombra desterrada, 1950.