Mujeres en diálogo, de Antonio López García

Francisca Aguirre (Alicante, 1930-2019) contribuyó, con el resto de los poetas de la generación del 50, a superar los límites de la poesía social, mediante la recuperación de la experiencia personal y los acontecimientos de la vida cotidiana. El reflejo de inquietudes existenciales, la variedad de registros y la cuidada musicalidad caracterizan su poesía.

OFICIO DE TINIEBLAS

A Félix

Este oficio, Dios mío, tan precario
de ir conjuntando la mirada y el verbo,
este oficio tan de tanteo, tan de sombras
que persiguen la luz como un ahogado,
este oficio de vísceras que ignoran
y sin embargo sienten,
esta revolución de trogloditas
en busca de la unidad tribal,
Dios mío, qué osadía tan irremediable,
qué desatino necesario
éste de transmitir la vida boca a boca,
de defender al árbol como a un hombre
y defender al hombre como a un planeta,
como a un astro del que depende
el equilibrio de la constelación,

Señor,
y defenderlo con onomatopeyas,

con sílabas, palabras.
Palabras nada más, ayes, quejidos.
Qué oficio, hermanos míos, qué tarea.
Qué oficio tan humilde y ambicioso,
qué meta inalcanzable,
qué hermoso oficio
para dejarse en él la vida entera.

Los trescientos escalones, 1977.

IMPOTENCIAS

No sabéis lo que me gustaría
ser capaz de crear metáforas
como lo hicieron los surrealistas.
Lo que daría por poder decir
que el corazón es un cangrejo con alas
que va y viene a su antojo
siempre que la luna esté en cuarto creciente.
De verdad que me gustaría muchísimo
pero lo cierto es que a mí el corazón
cada día me pesa más me pesa tanto
que no hay quien lo mueva.
Qué mas quisiera yo
que poder sacarlo a pasear un rato al sol
decirle que se quede tranquilo que todo marcha.
Pero no hay forma. El puto corazón
está ya de vuelta de todo
hasta de las metáforas. Y me dice que no
que ya no hay marcha atrás
que hemos ido de caos en caos
y que así no hay quien viva.

Y que a estas alturas
no está ya para metáforas.

Historia de una anatomía, 2010.