Categoría: Literatura nicaragüense

Gioconda Belli

Mujer 1, de Nina Bebout

Gioconda Belli (1948) es una de las grandes voces de la literatura nicaragüense. Partícipe de la revolución sandinista, en su poesía se revela ese mismo espíritu insurrecto en su incesante búsqueda de la identidad femenina y el encuentro con la conciencia social. El goce de ser mujer, el erotismo, el compromiso político y vital son sus principales temas.

CREDO

Creo que mi poesía nace de la felicidad,
de esa conciencia dolorosa de ser feliz
sin motivo, ser feliz como una necesidad
intransigente que no admite los momentos
de tristeza, que exige la risa, el sol,
a lo largo de todos los días, en los ratos
más inesperados porque para escribir
necesito ser feliz, sentirme como un
caballo relinchón, explotar las palabras
como malinchazos, llenarme de maleza cos-
quillosa hasta el borde, hasta que se me
salga el alma, el goce que me hace poeta.

Sobre la grama, 1974.


Rubén Darío

Estanque, hojas caídas y cisnes, de Antonio Muñoz Degrain

El nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) es uno de los mayores renovadores de la poesía en español, así como el máximo representante del Modernismo. Nos legó una lírica brillante, sensual, impresionante por su riqueza léxica y el virtuosismo de sus efectos rítmicos.

PUSO EL POETA EN SUS VERSOS…

Puso el poeta en sus versos
todas las perlas del mar,
todo el oro de las minas,
todo el marfil oriental;
los diamantes de Golconda,
los tesoros de Bagdad,
los joyeles y preseas
de los cofres de un Nabab.
Pero como no tenía
por hacer versos ni un pan,
al acabar de escribirlos
murió de necesidad.

Abrojos, 1887.


Ernesto Cardenal

Dos bañistas en los rápidos, de Armando Morales

La poesía en Ernesto Cardenal (1925), político y sacerdote nicaragüense, próximo a la teología de la liberación, se vuelve ensayo en el sentido en que se usa para la difusión de ideas políticas, económicas y religiosas. Es una poesía comprometida con la realidad social latinoamericana, que hace uso de los recursos tradicionalmente considerados más propios de la prosa, como el lenguaje conversacional.

TE DOY, CLAUDIA, ESTOS VERSOS, PORQUE TÚ ERES SU DUEÑA…

Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán tal vez por toda Hispanoamérica…
Y si al amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez verás, Claudia, que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.

Epigramas, 1961.