Categoría: Literatura francesa

Michel Leiris

La ciudad de París, de Robert Delaunay

El francés Michel Leiris (1901-1990) frecuentó el grupo de los surrealistas en su juventud. Su obra está marcada por la investigación etnográfica, la reflexión estética y el psicoanálisis.

¿POESÍA?

Esa cosa sin nombre
entre sollozo y risa
que se agita en nosotros,
que de nosotros surge
y que,
joya de nuestros años
tras el sueño del leño muerto,
constelará lo blanco del papel.

Vivientes cenizas, innombradas, 1961. Traducción de Antonio Martínez Sarrión.


Louise Labé

Dama en el baño, de François Clouet

Louise Labé (1525-1566), conocida con el sobrenombre de la Belle Cordière, es una de las más importantes figuras de la lírica renacentista francesa. Ovidio y Petrarca son sus principales modelos. Su obra consta de un Debate entre la locura y el amor, tres Elegías y veinticuatro Sonetos.

OH TÚ LAÚD, AMIGO EN DESVENTURA…

Oh tú laúd, amigo en desventura,
de mis suspiros, prueba fehaciente,
de mis afanes, dúctil confidente,
a menudo rimaste mi incordura:

y tanto el llanto urgía tu mesura,
que apenas en la boca un canto ardiente,
lo tornabas endecha de repente,
tono mayor trocado en amargura.

Pues de insistir, celoso, en lo contrario,
al silencio me obligas arbitrario:
mas viendo a mi ternura suspirar,

dando cabida a tristes letanías:
al goce de tormentos me ceñías,
y a dulce mal, un dulce fin buscar.

Sonetos, XII, 1555. Traducción de María Negroni.


Antonin Artaud

La proyección del auténtico cuerpo, de Antonin Artaud

Antonin Artaud (1896-1948) fue uno de los principales miembros del grupo surrealista hasta su expulsión en 1926 por “desviacionismo literario”. En su obra literaria y en sus trabajos escénicos (es el principal teórico e impulsor del teatro de la crueldad), pretende destruir los valores culturales artificiales impuestos por siglos de dogmatismo racionalista.

POETA  NEGRO

Poeta negro, un seno de doncella
te obsesiona
poeta amargo, la vida bulle
y la ciudad arde,
y el cielo se resuelve en lluvia,
y tu pluma araña el corazón de la vida.

Selva, selva, hormiguean ojos
en los pináculos multiplicados;
cabellera de tormenta, los poetas
montan sobre caballos, perros.

Los ojos se enfurecen, las lenguas giran
el cielo afluye a las narices
como azul leche nutricia;
estoy pendiente de vuestras bocas
mujeres, duros corazones de vinagre.

El ombligo de los limbos, 1925. Versión de Aldo Pellegrini.


Paul Verlaine

Ariadna y Teseo, de Gustave Moreau

Paul Verlaine (1844-1896), una de las máximas figuras del simbolismo francés, destacó por su lenguaje musical y sugerente.  Su obra refleja las turbulencias de una vida bohemia e intensa.

ARTE POÉTICA

Prefiere la música a toda otra cosa,
persigue la sílaba impar, imprecisa,
más ágil y más soluble en la brisa,
que –libre de lastre– ni pesa ni posa.

Que vuestra palabra tenga un indeciso
y equívoco paso, si lo decidís.
Nada más hermoso que la canción gris,
donde lo indeciso se une a lo preciso.

Detrás de los velos, las miradas bellas.
En el mediodía, una luz que oscila.
Un cielo de otoño templado perfila
un confuso azul de claras estrellas.

Matiz, claroscuro, veladura sola.
Nada de color. Sólo los matices.
El matiz compone parejas felices
entre sueño y sueño, entre flauta y viola.

Aleja de ti la punta asesina,
la gracia cruel y el rictus de hielo,
que harían llorar los ojos del cielo
con todo ese ajo de mala cocina.

Coge la retórica y amordázala.
Sujeta la rima, y dale sentido
a esa carambola de vano sonido,
que, si la dejamos, ¿hasta dónde irá?

¡Ah, la sinrazón de la pobre rima!
¿Qué párvulo sordo, qué negro mochales,
nos forjó esa joya de cuatro reales
que suena a oropel hueco con la lima?

La música siempre, y en tono menor.
Que tu verso sea fugaz y suave,
sutil y ligero, como vuelo de ave
que busca otros cielos y otro nuevo amor.

Que tu verso sea la buena ventura
esparcida al aire de la madrugada,
que huele a tomillo y a menta granada…
Todo lo demás es literatura.

Antaño y hogaño, 1884. Traducción de Esteban Torre.


Pierre de Ronsard

Gabrielle d' Estrées y su hija, anónimo francés de la Escuela de Fontainebleau

Pierre de Ronsard (1524-1585), el más importante poeta del Renacimiento francés, formó parte de La Pléyade, grupo de poetas que intentaron revitalizar la lengua y la literatura francesas inspirándose en los clásicos latinos y en Petrarca.

CON LAURELES Y MIRTOS HOJA A HOJA TRENZADOS…

Con laureles y mirtos hoja a hoja trenzados,
cuando Helena tejía una bella corona
me llamó por mi nombre: recibid este don,
a mí sola, Ronsard, cantaréis en la vida.

Escuchándola, Amor, con sus férreos dardos
me entra Helena en el pecho, me hace ser su cantor:
que un asunto tan fértil no sorprenda a tu pluma,
cuanto más grande el tema, morirás más cual cisne.

Dijo Amor, y tocó con sus alas mi cuerpo.
Oí el ruido de su arco y las hojas eternas
de los mirtos sentí agitarse en mi frente.

Adiós, musas, adiós, a vosotras renuncio.
Mi Parnaso es Helena, y si tengo esta amada
será mío el laurel, no es posible el fracaso.

Sonetos para Helena (1574), I, 56. Traducción de Carlos Pujol.