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Vittoria Colonna

Sibila délfica, de Miguel Ángel

De las Rimas de Vittoria Colonna (1490-1547) se hicieron hasta diecinueve ediciones solo en el siglo XVI. Su poesía amorosa llora la pérdida de su marido, que murió luchando en el ejército de Carlos V. También cultivó la poesía religiosa y la política.

SOLO ESCRIBO PARA ALIVIAR EL DAÑO…

Solo escribo para aliviar el daño
que suele al pecho enviar la luz del mundo
y no para alumbrar a mi sol bello
al claro espíritu y al honrado despojo.

Justa razón a lamentar me lleva,
a doler que su gloria yo decrezca;
con otra pluma y palabras más sabias
hay que a la muerte arrebatar su nombre.

La pura fe, el ardor, la intensa pena
todos a mí me excusen, que el gran llanto
es tal, que tiempo ni razón lo frenan.

Amargo lagrimar, no dulce canto,
foscos suspiros que no voz serena
no de estilo mas de dolor presumo.

Rimas, 1538. Traducción de María Cinta Montagut.


Joachim du Bellay

Eva Prima Pandora, de Jean Cousin, el mayor

Dentro del grupo de La Pléyade, destaca por su originalidad el francés Joachim du Bellay (1522-1560), maestro del soneto: en su poesía, el culturalismo adelgaza, para dejar sitio a la confidencia íntima y a los acentos elegíacos.

NO QUIERO ESCUDRIÑAR DE LA NATURA EL FONDO…

No quiero escudriñar de la natura el fondo,
no quiero rebuscar la esencia universal,
no quiero sondear los abismos cubiertos,
ni dibujar del cielo la hermosa arquitectura.

No pinto yo mis lienzos con tan rica pintura,
y argumentos tan altos no los busco en mis versos:
Mas del lugar siguiendo los accidentes varios,
sea del bien o del mal, escribo a la ventura.

A mis versos les lloro, si tengo una tristeza:
y me río con ellos y les cuento el secreto,
pues son del corazón muy fieles secretarios.

Así es que no pretendo peinarlos o adornarlos,
ni con sonoros nombres los quiero disfrazar
sino de notas íntimas o propios comentarios.

Lamentaciones, 1558. Traducción de Luis Antonio de Villena.


Juan de la Cueva

Los infantes don Felipe y doña Ana, de Juan Pantoja de la Cruz

El dramaturgo y poeta sevillano Juan de la Cueva (1543-1612) publicó en 1606 el Ejemplar poético, un tratado de preceptiva literaria en verso –lo componen tres extensas epístolas en tercetos encadenados–, que es la primera obra de esta naturaleza de nuestra literatura.

CUANTOS OIRÁN MIS LÁSTIMAS RIENDO…

Cuantos oirán mis lástimas riendo,
cuando más mi dolor les representen,
no dudo que en pláticas las cuenten
diferentes que yo las voy sintiendo.

Y sin considerar que estoy muriendo,
por devaneos míos las sustenten,
porque ajenas pasiones no se sienten,
si no es del que está en ellas padeciendo.

Al que sabe de amor las mías le ofrezco,
que el sabio puede mucho, aunque esté solo;
que no doy al vano vulgo mis querellas,

solo al que siente el mal que yo padezco.
Pues sola una centella, que da Apolo,
alumbra más que todas las estrellas.

Obras, 1582.


Thomas Wyatt

Retrato de Ana Bolena, anónimo

El poeta y diplomático inglés Thomas Wyatt (1503-1542), tras su primer viaje a Italia, en 1527, se convierte al petrarquismo. Desde entonces, se esforzará por adaptar los motivos y las formas métricas de la poesía italiana a la lengua inglesa.

SOBRE PALABRAS ENGAÑOSAS

Dondequiera que un hombre las buscase
siempre hermosas palabras hallaría;
tan asequibles son que nada valen,
pues viento solamente es su sustancia.
Eso sí: voces bellas y juiciosas…
armonía tan dulce ¿cuándo es vista?

Epigramas. Traducción de Paco García.


Luís Vaz de Camões

La gran aportación de la literatura portuguesa a la épica culta del Renacimiento es Os Lusíadas, de Luís Vaz de Camões (h. 1524-1580), de quien también se conservan sonetos y canciones de estilo petrarquista.

YO CANTARÉ DE AMOR TAN DULCEMENTE…

Yo cantaré de amor tan dulcemente,
con términos en sí tan concertados
que dos mil síntomas de amor padezca
el insensible pecho que no siente.

Conseguiré que amor conmueva a todos,
pintando mil secretos delicados,
lastimeros suspiros, blandas iras,
temerosa osadía y pena ausente.

También, Señora, del desprecio honesto
de vuestro mirar dulce y riguroso
me contenta decir la menor parte.

Pero, si he de cantar de vuestro rostro
la hermosura elevada, milagrosa,
aquí falta saber, ingenio y arte.

Rimas, 1595. Traducción de Paco García.