Categoría: Literatura venezolana

Moraima Guanipa

Para Moraima Guanipa (Venezuela, 1961) “escribir poesía es una forma de estar en el mundo”. Su obra poética gira en torno a la memoria, propia y ajena, la palabra como vivencia transmutada, y la ciudad y su latido cotidiano.

HECHOS DE POESÍA

Los poetas son seres frágiles.
Pueden desvanecerse de amor
o de demasiada vida.

Cuentan que un poeta murió
con solo pincharse el dedo
con la espina de una rosa.
Dicen que otro encontró
con una bala
el lugar exacto del corazón.
Hubo alguno que, insomne,
no atinó el tiro al blanco
al despedir su vida de cuarenta años.

Las poetas buscan medios más naturales
o domésticos.
Un frío lago recibió
la desesperación de una mujer
con piedras en los bolsillos.
Otra fue alga marina
y el mar la nombra en cada ola.
Otra respiró la muerte
invisible, incolora, del gas.

La muerte,
la desprestigiada muerte,
recibe con miedo esta fragilidad.
Teme este decir infinito
en el que una palabra, una sola palabra
llena de ecos al mundo.

Bogares, 1998.


Pálmenes Yarza

La poesía de la venezolana Pálmenes Yarza (1916-2007) es una constante exploración del tiempo: intenta captar la imagen del presente, el momento clave, y a la vez reencontrar el ámbito del pasado, el tiempo perdido.

PROMESAS

He de aprender a hilar mi tela
como la araña, sin telar;
demarcaré en medio de la vida
la armonía de ser!

Cavaré la tierra con mi raíz,
como la planta,
y después
subirá mi fuerza al cielo
y se dará en flor;
génesis de la vida!
la flor es la canción del árbol!

Con mis ojos diáfanos
soliviantaré la calma de la tierra
en las noches largas!

Hablaré conmigo;
y cuando hable con los otros
mi silencio será el lastre
de las palabras suspendidas
en el alma!

Pálmenes Yarza, 1936.


Santos López

Flora lunar, de Justo Osuna

Santos López (Venezuela, 1955) concibe la poesía como reserva espiritual del ser humano, así como herramienta para conocerse a sí mismo. Sus versos tratan sobre temas universales, como el amor y la muerte, con un lenguaje transparente, quintaesenciado.

ARTE POÉTICA

La poesía es respiración.

Y recuerden siempre:
Las respiraciones de cada quien están contadas.

Los buscadores de agua, 2000.


Hanni Ossott

Capa, de Eugenio Espinoza

El sentimiento de orfandad, la soledad y el desarraigo marcan la obra de Hanni Ossott (Caracas, 1946-2002). Su poesía, lúcida y desgarrada a un tiempo, se posa al ras del ser, revelando el arduo aprendizaje del existir.

UNA PLAYA SIN FIN

a Valentin Flamerich Ossott,
por los poemas que quiere escribir

Sí, habría que escribirlo así, elevado, devoto, casi total
si fuese posible, un gran poema
Pero hay interrupciones, los ruidos de la casa
La respiración del marido. El gato.

Y allí encontraría todo el mar
convulso él, alto, encrespado
golpeando playa y costa, insaciable
y el ardor, los cangrejos, siempre arrepentidos.
La culpa. — — Lo echado a perder, las cosas rotas.
Ese gran poema que lo contuviera todo.
Los vientos. — — La melancolía. — — El arrastre.
Las largas noches. — — Una enumeración de estados.
Fiebres. — — Calores.
Y habría miradas que cubran palabras para detenerlas.
Ojos fijos, casi silentes, propios.
Hablaría de la mentira
la casi insostenible mentira, al ras.
Expresaría lo imposible, instalado en el centro del corazón
como esperanza.
El poema podría ser como un fluir de aguas
en torno a un centro improbable.
Estarían allí los árboles, los amantes, las fuentes,
Dios, la respiración; la sangre, los libros, las muñecas,
las estrellas.

Habría que escribirlo así, abrazado a una totalidad
que se borra en la muerte
como si todo se desvaneciera y se creara
eternamente.
Habría que decir que en él late la pasión
una sangre bullente, una efervescencia.
Un poema fuego
honra de algún dios
honra de un lar de la casa, de un resquicio
atento a la tensión de la calidez.

Si se pudiera, si se pudiera escribir
el poema innumerable
el único, el entero
tenso, vibrante
el atravesado por la gravedad y la divinidad
el zanjado por el horror.

Pero el gato nos ocupa
la cocina nos llama
la solicitud nos distrae.

También irían allí atravesadas las calles, los hombres
las pugnas, las separaciones
y «los pájaros que nos hablan en griego» cuando enloquecemos
de tanto no entender.
Por ello daríamos un salto al infinito. Por ello, el poema.
Si llegase.
Y si llega, viene con él la dicha de ver
La felicidad de contar todos los números del universo
las funciones, los espectáculos
las rarezas, las individualidades
si llegase
la totalidad inundaría mi alma.
Lo absoluto invadiría.
Un dios se haría en nosotros.

Estoy ahora en una playa sin fin. — — Soy estrella y musgo
Me encrespo.
El poema ha llegado de mi carencia, de mi pobreza.

El reino donde la noche se abre, 1987.


Andrés Bello

Retrato de Rafaela Díaz de Heria, anónimo

La Ilustración en Latinoamérica está asociada al escritor venezolano Andrés Bello (1781-1865), partidario de una poesía enraizada en la geografía, la historia y la cultura americanas, como muestra su extenso poema «Alocución a la poesía».

ALOCUCIÓN A LA POESÍA

Fragmentos de un poema titulado «América» 

I

Divina Poesía,
tú de la soledad habitadora,
a consultar tus cantos enseñada
con el silencio de la selva umbría,
tú a quien la verde gruta fue morada,
y el eco de los montes compañía;
tiempo es que dejes ya la culta Europa,
que tu nativa rustiquez desama,
y dirijas el vuelo adonde te abre
el mundo de Colón su grande escena.
También propicio allí respeta el cielo
la siempre verde rama
con que al valor coronas;
también allí la florecida vega,
el bosque enmarañado, el sesgo río,
colores mil a tus pinceles brindan;
y Céfiro revuela entre las rosas;
y fúlgidas estrellas
tachonan la carroza de la noche;
y el rey del cielo entre cortinas bellas
de nacaradas nubes se levanta;
y la avecilla en no aprendidos tonos
con dulce pico endechas de amor canta.

¿Qué a ti, silvestre ninfa, con las pompas
de dorados alcázares reales?
¿A tributar también irás en ellos,
en medio de la turba cortesana,
el torpe incienso de servil lisonja?
No tal te vieron tus más bellos días,
cuando en la infancia de la gente humana,
maestra de los pueblos y los reyes,
cantaste al mundo las primeras leyes.
No te detenga, oh diosa,
esta región de luz y de miseria,
en donde tu ambiciosa
rival Filosofía,
que la virtud a cálculo somete,
de los mortales te ha usurpado el culto;
donde la coronada hidra amenaza
traer de nuevo al pensamiento esclavo
la antigua noche de barbarie y crimen;
donde la libertad vano delirio,
fe la servilidad, grandeza el fasto,
la corrupción cultura se apellida.
Descuelga de la encina carcomida
tu dulce lira de oro, con que un tiempo
los prados y las flores, el susurro
de la floresta opaca, el apacible
murmurar del arroyo trasparente,
las gracias atractivas
de Natura inocente,
a los hombres cantaste embelesados;
y sobre el vasto Atlántico tendiendo
las vagorosas alas, a otro cielo,
a otro mundo, a otras gentes te encamina,
do viste aún su primitivo traje
la tierra, al hombre sometida apenas;
y las riquezas de los climas todos
América, del Sol joven esposa,
del antiguo Oceano hija postrera,
en su seno feraz cría y esmera.