Isla de agua, de Patricia Mariaca

Poeta epicúreo, devoto de Lucrecio y Whitman, Eduardo Mitre (Bolivia, 1943) posee una voz depurada y precisa con la que se complace en celebrar el mundo que le rodea.

TAREA

Contemplar las cosas
con los siete sentidos
–el lenguaje incluido
y la memoria.
Absorberlas,
lentamente,
como una esponja.

Y exprimirlas –escribirlas–
hasta dar el poema:
otra cosa y la misma.

Líneas de otoño, 1993.

ESCRITURA

Dejar caer una por una
todas las máscaras
hasta la soledad desnuda
frente al tiempo sin cara.

Buscar en el silencio
donde manan las palabras
su ofendida inocencia,
su vocación de alianza.

Fijar su gracia elocuente
como el fuego y el agua.
Y atravesarlas como un puente
en un cuerpo y un alma.

Líneas de otoño, 1993.

CON LA LENGUA

Deseo escribir una loa
en honor de tu sexo:
Nido oculto entre la fronda
y las lomas de tu cuerpo.

Abro el Diccionario
de la Lengua Española.
Suavemente mis dedos
separa sus sabias hojas.

Leo, releo y, tras una pausa,
transcribo al pie de la letra:
Adufa: plancha, compuerta
para cortar el paso del agua.

Corola: segundo verticilo
de las flores completas…
Brasa: carbón encendido,
rojo por total incandescencia…

Salto, chispeante, a la zeta:
Zaguán: espacio cubierto
situado dentro de una casa,
y que sirve de entrada a ella…

Camino de cualquier parte, 1998.