Al margen de la poesía deshumanizada de su generación, los versos del zamorano León Felipe (1884-1968) se caracterizan por su tono profético y su contenido político.
PRECEPTIVA POÉTICA
I
Poesía…,
tristeza honda y ambición del alma…
¡cuándo te darás a todos… a todos,
al príncipe y al paria,
a todos…
sin ritmo y sin palabras!…
II
Deshaced ese verso,
quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma…
Aventad las palabras…
y si después queda algo todavía,
eso
será la poesía.
III
Más bajo, poetas, más bajo…
hablad más bajo
no gritéis tanto
no lloréis tan alto
si para quejaros
acercáis la bocina a vuestros labios,
parecerá vuestro llanto
como el de las plañideras, mercenario.
IV
Y si el verso
poetas cortesanos
si el verso como el hombre
no fuese de cristal
sino de barro.
Versos y oraciones del caminante, 1917.
POETA
Ni de tu corazón,
ni de tu pensamiento,
ni del horno divino de Vulcano
han salido tus alas.
Entre todos los hombres las labraron
y entre todos los hombres en los huesos
de tus costillas las hincaron.
La mano más humilde
te ha clavado
un ensueño…
una pluma de amor en el costado.
Versos y oraciones del caminante, 1917.
AUSCHWITZ
A todos los judíos del mundo,
mis amigos, mis hermanos.
Esos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud…
que hablen más bajo…
que toquen más bajo…
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín…
¡Oh, el gran virtuoso!…
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres…
Y solo.
¡Solo!
aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante… tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, “gran cicerone”)
y aquello vuestro de la “Divina Comedia”
fue una aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa… otra cosa…
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú… no tienes imaginación,
acuérdate que en tu “Infierno”
no hay un niño siquiera…
Y ese que ves ahí…
está solo.
¡Solo! Sin cicerone…
esperando que se abran las puertas de un infierno
que tú, ¡pobre florentino!,
no pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa… ¿cómo te diré?
¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos
los violines del mundo.
¿Me habéis entendido, poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud…
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo…! ¡Chist…!
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista…
y he tocado en el infierno muchas veces…
Pero ahora, aquí…
rompo mi violín… y me callo.
¡Oh, este viejo y roto violín!, 1965
QUE VENGA EL POETA
Que venga el poeta.
Y me trajisteis aquí para contar las estrellas,
para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena.
Este era el contrato.
Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados,
a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado.
Me trajisteis aquí para cantar en unas bodas
y me habéis puesto a llorar junto a una fosa.
El viento y yo, en Antología rota, 1947.