El asturiano Martín López-Vega (1975) concibe la poesía como una forma de construcción de la dicha. Con el apoyo de la memoria, el poeta sustituye “lo que la vida es por lo que la vida fue”.
EL POEMA
Esa red en la que quedan las briznas del día:
Las mujeres que con la bandera roja enrollada en la mano
dan paso a los trenes
sin ver llegar el tren de la vida
Un perro muerto a la orilla de la vía
Los hombres que pescaban de noche
en la Nova Praia dos Ingleses
ignorando estar dirigidos
por el negro motor del mundo
La sombra de Gina
en cada rincón de una ciudad que fue con ella
y cuando fue sin ella no fue nada
y ya nunca será nada
Nathalie conduciendo camino de Foz
con un sueño en los ojos
de esperas y sueños pasados
que tal vez un día lleguen a cumplirse
Árbol desconocido, 2002.
LA MUSA DE FUEGO
Pedí, como Shakespeare,
una musa de fuego.
La tuve. Y ahora
escribo con sus cenizas.
Árbol desconocido, 2002.
POETA, DEJA EN PAZ TU INFANCIA…
Poeta, deja en paz tu infancia,
al niño ya le han salido los dientes
y quiere morder los pezones y no mamar más.
Poeta, deja en paz a la luna,
ha llegado la larga noche que sigue a la noche corta
y la vieja dama quiere irse a dormir.
Poeta, no me digas que voy a morirme,
muérete tú.
Extracción de la piedra de la cordura, 2006.