Carlos Pujol (Barcelona, 1936-2012) huye en su poesía del confesionalismo y de la retórica. Utiliza de forma recurrente la técnica del monólogo dramático: cede así su voz a artistas como Bernini o Vermeer, y a través de ellos indaga en los misterios de lo cotidiano. Su lenguaje, hondo y transparente, pretende “decir lo máximo con recursos mínimos o que lo parezcan”.
ARTE POÉTICA
La perfección tal vez, o el simulacro
que sirve de consuelo por su ausencia,
no depende jamás del añadir
tal o cual adjetivo,
seguramente todos extravían,
sino de la cordura de no usar
las palabras sobrantes. Casi todas.
Aludiendo a razones
desconocidas, pero imprescindibles,
un poema se teje con silencios
que la voz reconoce como suyos.
Para poder contar lo que sabemos
acerca del amor, de cómo pasa
el tiempo por las vidas.
Vidas de los poetas, 1995.
DE NOCHE EL SUEÑO LLEVA A RAROS SITIOS…
De noche el sueño lleva a raros sitios
que se pueblan de caras familiares;
gente que habla en la lengua de los muertos,
entre arcaica y oscura,
reconocible aun sin entenderla.
Todos sonríen de una forma extraña
que es a la vez amable y evasiva.
Se reciben las cartas que esperamos
y causan decepción.
¿Para qué escribir versos?
Las palabras no saben decir nada,
también suenan a nada. Algo me dice
que no van a dejarme despertar,
y que el día era dulce y sinsentido.
Versos de Suabia, 2005.