Rareza del siglo, de Ángel Mateo Charris

Para el granadino Emilio Quintana (1964), la poesía consiste en “hacer anotaciones al margen de ese álbum de fotos que es la vida”. Imaginativo y provocador, destaca entre los poetas de su generación por su insólita lectura de la tradición y el rescate de ciertos “poetas menores”, categoría a la que aspira.

EL MAL POETA

Tantas tardes leyendo a Baudelaire.
Tanto esfuerzo para ir de maldito.
Las peleas con mi padre,
que nunca comprendió
por qué yo le llamaba
Aupick y no Quintana.
Aquella temporada en que me puse
a buscar una mulata
por amante.
Y en Loja.
Fue cuando me di cuenta
de que la castidad no era lo mío.
Aquella novia belga que perdí.

Pero soy un Quintana,
un poeta burgués y provinciano.
Un tipo que se aburre
–como todos ustedes–
y en vez de hacer turismo
escribe versos. Alguien
que poco a poco va aceptando
que a nadie le hace falta,
afortunadamente:
y menos
a la historia de la literatura.

En fin, ya lo están viendo,
una vergüenza.

Las leyes de la herencia, 1992.