Abelardo Linares (Sevilla, 1952) gusta de la evocación sensual y emocionada del encuentro amoroso en versos musicales. Plasticidad, sugerencia y misterio son rasgos característicos de una poesía heredera en gran parte del modernismo.
EL ENGAÑO
(La poesía)
Creí que era por juego por lo que se entregaba,
que ella misma era un juego hermoso y divertido,
que de verdad era mía sin pedir nada a cambio.
Lejos mi adolescencia y aquel deslumbramiento.
Ahora conozco al fin su frialdad y su orgullo,
su hastío y su miseria. Ha arrojado su máscara.
Lo que exige es mi vida, eso me pide a cambio,
mi vida en cada verso. Y no se saciará
por mucho que le ofrezca de mí mismo pues sabe
su poder sobre mí. Hasta la extenuación
querrá ser poseída y poseerme. No, no era un juego.
Sombras, 1986.
¿CÓMO HABLAR DE MÍ MISMO?
¿Cómo hablar de mí mismo, cómo presentar
mi verdad sin que algo me traicione?
¿Cómo atender la voz que en mi interior me habla
cuando la vida afuera ensordece mi oído?
¿Cómo huir de las grandes palabras
sin que me huya todo lo grande que hay en ellas?
¿Cómo renunciar a lo que brilla en la belleza
si quisiera escribir con todos mis sentidos
y el halago del verbo no es distinto al del cuerpo?
¿Cómo buscar en mí lo que permanece
si el olvido es la llave de mi jardín perdido?
¿Cómo evitar que el verso condescienda al asombro
sin que así desfallezca su misteriosa llama?
¿Cómo lograr que todo lo que en mí tiembla ahora,
tiemble en ti que me lees y al fin nazca el poema?
Sombras, 1986.