Escalera, de Virginia Lasheras

La poesía del madrileño Benjamín Prado (1961), forjada en el ambiente granadino de la otra sentimentalidad, se caracteriza por su brillantez ingeniosa, su carácter narrativo y el gusto por la enumeración culturalista. La reflexión metapoética, la denuncia ecológica y política, los homenajes a los poetas y los músicos queridos son constantes temáticas de su poesía.

ROTO

Solo, en medio de todo;
estar tan solo
como es posible,
mientras ellos vienen
muy despacio,
se agrupan,
ponen su campamento,
invaden,
talan,
hunden,
derriban las palabras
una a una,
se reparten mi vida,
poco a poco,
levantan su pared
golpe a golpe.

Después se van;
se marchan
lentamente,
pensando:
–Nunca podrás huir de todo lo que has perdido.

Tal vez tengan razón.
Tal vez es cierto.

Pero llega otro día,
el cielo quema
su cera azul encima de las casas;
yo regreso de todo lo que han roto,
busco entre lo que tiene
su propia luz,
encuentro
la mirada del hombre que ha soplado unas velas,
el limón que jamás es parte de la noche;
ato,
pongo de pie,
reúno los fragmentos,
me convierto en su suma.

Y todo vuelve
otra vez;
las palabras
llegan donde yo estoy;
son las palabras
perfectas,
las que tienen
mi propia forma,
ocupan cada hueco
y cierran cada herida.
Las palabras que valen para hacer estos versos
y sentarse a esperar que regresen los bárbaros.

Todos nosotros, 1998.

RESPUESTA A UN POETA

Vacía las palabras,
haz que callen,
límpialas de ellas mismas para contar tu historia.
Lo que buscas existe dentro de lo que encuentras,
como oro está en sombrío
o arco está en corazón.

Cuida que lo que dices no sea como el vaho
del que empaña un cristal
para escribir su nombre sobre un mundo vacío.
Procura que el silencio se lea en tus poemas,
pero jamás olvides
saber qué está del lado de la llave,
qué está del lado de la cerradura.

Cava el pozo de lo que nadie ha dicho
y persigue el rumor de las cosas sin nombre.
Pero recuerda siempre esta verdad:
las tormentas de arena
sólo son el desierto que avanza hacia el desierto.

Vacía las palabras,
qué más puedo decirte.
No desprecies la luz ni desprecies lo oscuro.
Vacía las palabras como quien drena un lago.

Iceberg, 2002.