Los versos de Otto René Castillo (Guatemala, 1936-1967), poeta revolucionario, torturado y quemado vivo por motivos políticos, tienen una clara vocación de denuncia social.
ARTE POÉTICA
Hermosa encuentra la vida
quien la construye hermosa.
Por eso amo en ti
lo que tú amas en mí:
la lucha por la construcción
hermosa de nuestro planeta.
Vámonos patria a caminar, 1965.
HOLOCAUSTO DEL ABRAZO
Yo, que amo como nadie la poesía,
que comprendo la tristeza de un árbol;
el dolor de un poeta, su inmensidad
condenada al recipiente chico;
su ir y venir del sueño al desvelo;
su galope loco por los territorios
donde la estrella hable,
el fuego embiste
y la vida y la muerte
son amantes del ciclón y del cisne;
yo, no puedo llegar a abrazar
a todos los poetas;
oír como crece la hierba azul
de la poesía desde su alma
navegar por los ríos
escondidos en sus manos;
oír como cae el viento
en el desfiladero
de sus palabras más amargas;
nacer también desde su pecho
como una rosa oscura y anónima
y decirle al tímido: tomad
mi brazo, marcharemos juntos.
Y hacerle sentir el resplandor
de la amistad más ancha,
para que no sea menos su dolor;
su agónico paso por el mundo.
Y enseñarle al triste
la bella cintura de la risa,
para que su tristeza
sea dulce lámpara amorosa
y no lirio que se apaga
cuando la soledad se enciende.
Y al poeta de vigorosos aceros
cultivarle en el pecho
la rosa más bella y más grande
para que no pase por el mundo
con la pupila ciega
y la ternura coja
y sepa amar la vida
donde la misma surge
con su rostro flameante.
Y entender a todos
y a todos decirle: vive,
porque la vida
es la poesía más alta.
Vámonos patria a caminar, 1965.