Éxodo, de Javier Clavo

Para Ramón de Garciasol (Guadalajara, 1913-1994), “el poeta es una expresión de su tiempo, de su mundo, y el poema un dictado de los mismos, muchas veces contra su voluntad, porque tiene que abandonar las rosas, lo consolador”. Su poesía, crítica, desarraigada, es solidaria con “los que viven por sus manos”.

¡SI PUDIERA CALLAR!

¡Si pudiera callar! Pero no puedo,
pero no querré nunca. Mira: lucen
sangre las sienes; al hablar traducen
sangre por la palabra. Con denuedo

hablaré con su lengua, con la mía,
en el coro de heridos graves. ¡Cómo
llevan razón, levantan sobre el plomo
de las alas la nueva melodía!

No me puedo callar ya más. No vale
para imponer silencio el latigazo
que me cruza la boca. Se alza, sale

la luz, tu luz, su luz, la luz de tanto
como escupiera sangre. Por mi brazo
mis venas llevan ríos con su llanto.

La madre, 1958.

ROMANCILLO DE LA LIBERTAD CREADORA

No fuerces el verso,
criatura libre,
donde violencias
para nada sirven.
Vela, vela, vela,
la cabeza firme,
corazón sin nubes,
el oído lince,
el amor despierto,
hasta que te dicte
un soplo de gracia.
Entonces escribe
según sople el viento
y melancolice,
exalte, sosiegue,
revele raíces
con sus criaturas
alegres, terribles.
No desprecies nunca
el esfuerzo humilde,
diario, constante,
tan imprescindible:
hallan los que buscan,
merece quien vive.
Quiere, quiere, quiere
sin parar, insiste,
aguanta, rodea,
da más vueltas, pide,
apiada al destino
con trabajos, sigue
tenso de atenciones
a ver lo que dicen
la voz de la sangre,
el signo que inscribe
la ola en la arena,
el silencio insigne.
(Si repica llanto,
acepta, prosigue:
si no puedes, llora;
si puedes, sonríe.
No hay escrito nada,
nada de felices.)

Apelación al tiempo, 1968.

POEMAS Y POEMAS

No se sabe cómo se llega,
ni cómo se torna del poema,
si se va a salir de su selva
o a quedarse para pasto de fieras,
rota la razón, la tiniebla
derramada en la tinta o la lengua.
Porque hay quienes se pasean
por las establecidas alamedas,
por las tardes burguesas
con sol y orden que les proteja.
Mas otros van con el hacha a cuestas,
para no volver si se tercia
o para regresar con una luz honesta,
humilde brillo de luciérnaga,
o con un rugido de caverna,
mientras la sangre hace su reguera.
Por eso hay versos donde tiembla
la tierra,
donde hermosea
el grito de la madre parturienta,
y composiciones donde nada se arriesga,
vestidas para la fiesta
de las imágenes más bellas
y más frías. Pero la piedra
es preciosa por la carne que la ostenta.
Hay versos que se compran en las tiendas
de la retórica y de la técnica,
donde el hombre nada se juega,
en los que la palabra no quema,
en los que no se mira la existencia,
un futuro sin tiempo ni banderas.

Apelación al tiempo, 1968.

CANCIONCILLA DE LAS CARTAS DEVUELTAS

Desgastada la lengua
de pegar sobres
donde meto esperanza:
nadie responde.
Donde pongo poemas,
lágrimas, voces
que devuelve el cartero:
Se desconoce.

Y puse bien las señas.
Escribí donde
me dictaba la sangre:
Casa del hombre.

Apelación al tiempo, 1968.