La poesía de Cristina Peri Rossi (Uruguay, 1941), intensa y experimental, acoge distintos acentos, entre ellos el erótico y el social. Su exigencia estética se traduce en un lenguaje sensual, provocador, musical, profundamente elaborado.
DISTANCIA JUSTA
En el amor, y en el boxeo,
todo es cuestión de distancia.
Si te acercas demasiado me excito
me asusto
me obnubilo digo tonterías
me echo a temblar.
Pero si estás lejos
sufro entristezco
me desvelo
y escribo poemas.
Otra vez Eros, 1994.
NINGUNA PALABRA NUNCA…
Ninguna palabra nunca
ningún discurso
–ni Freud, ni Martí–
sirvió para detener la mano
la máquina
del torturador.
Pero cuando una palabra escrita
en el margen en la página en la pared
sirve para aliviar el dolor de un torturado,
la literatura tiene sentido.
Estado de exilio, 2003.
MI CASA ES LA ESCRITURA
En los últimos años
he vivido en más de cien hoteles diferentes
(Algolquín, Hamilton, Humboldt, Los Linajes
Grand Palace, Víctor Alberto, Reina Sofía, City Park)
en ciudades alejadas entre sí
(Quebec y Berlín, Madrid y Montreal, Córdoba
y Valparaíso, París y Barcelona, Washington
y Montevideo)
siempre en tránsito
como los barcos y los trenes
metáforas de la vida
En un fluir constante
Ir y venir
No me creció una planta
no me creció un perro
Sólo me crecen los años y los libros
que dejo abandonados por cualquier parte
para que otro, otra
los lea sueñe con ellos
En los últimos años
he vivido en más de cien hoteles diferentes
en casas transitorias como días
fugaces como la memoria
¿cuál es mi casa?
¿dónde vivo?
Mi casa es la escritura
la habito como el hogar
de la hija descarriada
la pródiga
la que siempre vuelve para encontrar los rostros conocidos
el único fuego que no se extingue
Mi casa es la escritura
casa de cien puertas y ventanas
que se cierran y se abren alternadamente
Cuando pierdo una llave
encuentro otra
cuando se cierra una ventana
violo una puerta
Al fin
puta piadosa
como todas las putas
la escritura se abre de piernas
me acoge me recibe
me arropa me envuelve
me seduce me protege
madre omnipresente.
Mi casa es la escritura
sus salones sus rellanos
sus altillos sus puertas que se abren a otras puertas
sus pasillos que conducen a recámaras
llenas de espejos
donde yacer
con la única compañía que no falla
Las palabras.
Mi casa es la escritura, 2006.
LA MELANCOLÍA DE LA LITERATURA
Entonces me dije: Intenta escribir algo
alegre,
algo reconfortante,
algo que pueda ayudar a una persona
que tiene cáncer o a la que ha atropellado un auto
Me puse a pensar
estuve pensando una tarde entera
y no se me ocurrió nada alegre
o estimulante
Esto es lo que les debió pasar a Shakespeare
y a Dostoievski,
a Proust y a Kafka
por eso la gente no lee
Sólo leen los deprimidos,
para confirmar su depresión.
Playstation, 2009.
DE LA POESÍA COMO MÚSICA
Ninguna vanidad en este oficio
de armonizar palabras
como los sones de un instrumento antiguo;
ninguna vanidad en tocar la a
-arpa-
en escribir, como con notas musicales
la dulce Babilonia
o el cálido cobre -elemento químico
número veintinueve, buen conductor
del calor e instrumento de viento-
Ninguna vanidad en el sonido cristalino del agua
en las calles de Bonn
aquella mañana en la que la ciudad se abrió
como una caja de música
y te dije: «Hace años que no escucho una música
tan pura»
Ninguna vanidad en la poesía,
en la humildad de un cántaro de agua fresca,
en la cascada que cae entre verdores vegetales.
Ninguna vanidad en el ulular del viento
que azota los cristales
-cuerda y percusión-
Ninguna vanidad en ordenar palabras.
como las teclas de un piano antiguo
-cuando el holandés Juan Hazen Hosseschrueders
urdía las cuerdas del telar-
ninguna vanidad en imitar el sonido del viento
o la ola en Isla Negra
donde el mar y El Poeta conversaban
quedamente:
palabras son sonidos
y sonidos son
emociones de las vísceras,
lamento de la mente
angustia de moribundos
frenesí de enamorados
monedas de intercambio
entre una soledad y otra.
La noche y su artificio, 2014.