La poesía de María Antonia Ortega (Madrid, 1954) huye de las modas poéticas y se propone la búsqueda de un mestizaje cultural y el reconocimiento de los valores de la marginalidad, dentro de la cual se está gestando un lenguaje nuevo.
UN VERDADERO POETA…
Un verdadero poeta habría de quedarse escribiendo siempre en su habitación, porque si sale de ella es capaz de destruir el mundo.
El balido de la oveja negra, 1994.
EL LENGUAJE ES EL SUEÑO…
El lenguaje es el sueño más hermoso del hombre, pero también el más inalcanzable. Hablar es soñar.
Pues la palabra pájaro, ¿acaso no vuela más alto que el pájaro?
Y la palabra manzana, ¿no brilla más que el fruto?
Y las rosas amarillas no florecen al mismo tiempo en mis labios que en mi jardín.
La pobreza dorada, 2003.
HAY UN IMPULSO…
Hay un impulso que es como el deseo de vivir, que nace de la vida y es para la vida. Pero existen criaturas crepusculares cuya meta es la imaginación extrema, que nos acercan a la muerte y llenan de intensidad.
Has hecho muy bien aceptando la vida, pero recuerda que la intensidad es el don y la belleza de la muerte.
Decir por primera vez que el poeta está hecho para la muerte, es decir para el presente, para enjoyar y adornar, celebrar nuestra carne mortal con hoja caduca, por ser más bella en otoño que el laurel; abrazar todo lo que es perecedero precisamente por tener el privilegio de ser fugaz, como el color de las hojas en noviembre.
Coronar nuestra carne mortal, envolverla con el olor de los parques en Otoño, es el único mérito del poeta.
La pobreza dorada, 2003.