La alavesa Ernestina de Champourcín (1903-1999) cultivó una poesía intimista en torno al amor humano y al divino, bajo la influencia de Juan Ramón Jiménez y San Juan de la Cruz. Concibió el poema como un medio de introspección en el que el yo se encuentra, a la vez, con Dios, con los otros y consigo mismo.
DESHOJÉ LA FLOR DE MIS RIMAS…
Deshojé la flor de mis rimas
en el triste jardín de las almas.
Entre oros de lluvia, el ocaso
deshacía unas nubes de plata,
y en el bosque otoñal una estrella
derramaba
su quieta esperanza.
Había almas oprimidas y rotas
por luchar entre falsas batallas;
almas frías desnudas de ensueño,
almas débiles que el mundo captara;
casi todas enfermas de hastío,
casi todas llorando olvidadas.
Para ellas, poetas sin liras,
perfumé de piedad mis palabras;
para ellas tejí las quimeras
de una dicha imposible y extraña,
y sembré de ideales la noche,
para que ellas pudieran cantarla…
Deshojé la flor de mis rimas
en el triste jardín de las almas…
«Acordes nocturnos, IX», En silencio, 1926.
HOJA BLANCA DE HOY, DE SIEMPRE, DE MAÑANA…
A Juan Ramón Jiménez.
Hoja blanca de hoy, de siempre, de mañana.
Frutal de cada día, semilla fecundada
por un rayo de luz o una gota de agua.
La vida fluye abajo, arrastrándose vana.
Encima de mi frente, los divinos fantasmas
del sueño verdadero, los éxtasis del alma…
cicatrices de oro, que mi pluma va abriendo
sobre la hoja blanca.
«Cromos vivos, 8», Ahora, 1928.
LA VOZ EN EL VIENTO
¡Encaramada al viento!
Gritando hasta soltar
la rienda de mis voces…
Sin látigo ni espuela,
con la única fuerza
de este clamor lanzado
a cumbres inholladas,
con el apoyo efímero
de un soplo vagabundo
sin base ni raíz.
Galoparé adherida
al filo de los tiempos
y colmará mi grito
vacíos insondados.
¡Erguida sobre el lomo
de todo lo inestable,
derrumbaré certezas
en nombre del azar!
La voz en el viento, 1931.
NO SÉ HABLAR DE ESAS COSAS QUE SE HAN PUESTO DE MODA…
No sé hablar de esas cosas que se han puesto de moda,
basura en las esquinas y vómitos de perro,
hedores adheridos al quicio de las puertas;
esa puerta en bostezo de hotelucho o cantina…
La poesía «social» no se me da tampoco…
–¿Poesía sin misterio es acaso poesía?–
y prefiero callarme y acercarme al problema
llevándoles Tu amor que lo resuelve todo.
Por eso te dedico estas cartas cerradas
que Tú has leído ya infinidad de veces.
Si Tú quieres que otros alcancen a leerlas
haz que el sobre cerrado se transparente un día…
Poesía de «protesta»; poesía con «mensaje»:
que cada uno tome en ella lo que quiera.
La vida del poeta es dialogar contigo.
Y que después Tú solo lo expliques al que lee…
Cartas cerradas, 1968.
PALABRA ESCRITA
¿Son paredes las páginas
mientras no las escribes?
Vas viviendo una extraña
confusión de blancuras:
blancor espeso y duro
de la pared sin grietas,
blancura del papel
tan dócil a los signos.
Ya es hora de decir,
hora de que los sones
atraviesen las puertas
y las gentes aprendan
a escuchar las campanas.
Página, pared, papel, blancura.
Tacto blando e impasible,
y entre esas dudas blancas
se resuelve el problema
del mensaje perdido.
«Las paredes, las tapias», La pared transparente, 1984.