Adán y Eva, de Ferran García Sevilla

José María Álvarez (Cartagena, 1942) es uno de los más destacados representantes de la estética novísima. Su poesía, llena de citas literarias y de todo tipo de referencias culturales, pretende ser un compendio de toda la belleza del mundo.

EN LA ESTANCIA DE ORO

    « –Magnífico caviar
–Sólo compro de esturiones felices»
DE UNA PELÍCULA
                «Entonces enloquecimos»
              ARTHUR RIMBAUD

El Otoño se extiende suntuoso
sobre París. Imposible substraerse
al célebre alarde: ese alma noble
misteriosamente indescifrable
del poeta, que siente
con suma intensidad el deslumbramiento
de esta visión sublime.
Bajo la lluvia brilla el oro viejo
de una tarde arrogante. Qué notable
excitación, qué grato asombro.
Tan elegante, o más, que ese ámbito excelso
el ánima del vate, fastuosa, divina,
trata de hallar metáfora eminente
que por los siglos de los siglos
recreando esta hora, maraville
por su exquisita inteligencia y lucimiento
sin distinción de clases, razas, lenguas.
Inefable el enigma, sin embargo
nuestro querido amigo no se topa
la clave del portento. Desespera;
busca afanosamente en los recursos
de su arte sagaz: todo es inútil.
Demasiada Belleza. Hasta medita
en un suicidio que vincularía
su nombre a ese titánico aspaviento
del artista moderno, loco, muerto
en pos de la expresión inasequible.
Por fin, más moderado,
más cuerdo y tolerante,
recuerda que tampoco es para tanto,
y regresa a su casa, lee a Plutarco
y deja que su carne se macere
solitaria ante el mundo y sus ilustraciones.

Museo de cera, 2002.

OPUS NIGRUM

    « En las sombras nocturnas vino a verme,
púdica y fiel, la deliciosa virgen»
BEN AL-ZAQQAQ
                Para Alain-Gérard Slama
             

En la Biblioteca Ambrosiana
de Milán, hay un mechón
de la larga cabellera rubia de Lucrecia
Borgia, junto a unas cartas suyas
a Pietro Bembo.
(Este poema existirá
en la imaginación de aquel lector
que sepa quién fue Lucrecia Borgia,
qué significa un mechón rubio
de una cabellera como ésa, qué dicen esas cartas
—aunque quizá no es esencial—, que
sepa quién fue Bembo.
Esos conocimientos
sublimarán en su alma una imagen, una emoción. Aquí, el Poeta
se limita a fijar un escenario
donde es el lector
quien crea la poesía)

Museo de cera, 2002.