Jugador de torres, de Jorge Camacho

La poesía del cubano Reinaldo Arenas (1943-1990), heredera de Villon, Quevedo y los poetas malditos franceses, fustiga con dureza el envilecimiento del poder y la calamitosa condición humana.

ENVÍO

Ruego al Diablo y a su más alto dignatario
acojan esta suerte de blasfemia
como se acoge un mal, una epidemia,
que acaba con esclavo y propietario.

Que acaba con esclavo y propietario
y si pudiera con la tierra entera,
pues, para serles franco, yo quisiera
convertir al mundo en un osario.

Convertir al mundo en un osario
y si pudiera todos los confines,
y si pudiera cientos de universos.

Ese es el propósito temerario
(no me hablen de rosas, amores o delfines)
que inspiraron estos furiosos versos.

La Habana, 1980. «Sonetos desde el infierno», Voluntad de vivir manifestándose, 1989.