Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) recurrió a distintos heterónimos para dar expresión a registros poéticos muy diversos: Alberto Caeiro es el poeta bucólico, entregado al goce de la naturaleza, que cuestiona el sentimentalismo, el intelectualismo y la religión; Ricardo Reis, el poeta humanista, que gusta del sosiego horaciano y escribe odas llenas de referencias latinas y griegas; Álvaro de Campos, el poeta vanguardista, que canta la belleza y el poder de la técnica. Con su nombre real firma composiciones de aliento épico, pero también versos de ritmo popular sobre el paso del tiempo, el misterio de las cosas o el vacío de la vida.
AUTOPSICOGRAFÍA
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.
Y, en el dolor que han leído
a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido,
sino sólo el que no tienen.
Y así en la vía se mete,
distrayendo a la razón,
y gira, el tren de juguete
que se llama corazón.
Cancionero (1909-1935), de Fernando Pessoa. Traducción de Ángel Crespo.
AUTOPSICOGRAFIA
O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
Que chega a fingir que é dor.
A dor que deveras sente.
E os que lêem o que escreve,
Na dor lida sentem bem,
Não as duas que ele teve,
Mas só a que eles não têm.
E assim nas calhas da roda
Gira, a entreter a razão,
Esse comboio de corda
Que se chama o coração.
Cancioneiro (1909-1935), de Fernando Pessoa.
NO ME IMPORTAN LAS RIMAS…
No me importan las Rimas. Raras veces
hay dos árboles iguales, el uno junto al otro.
Pienso y escribo como las flores tienen color
pero con menos perfección en mi modo de expresarme
porque me falta la sencillez divina
de ser totalmente sólo mi exterior.
Miro y me conmuevo,
me conmuevo como el agua corre cuando el suelo está inclinado
y mi poesía es natural como el levantarse el viento.
ALBERTO CAEIRO: El guardador de rebaños, 1914. Traducción de Pablo del Barco.
NÃO ME IMPORTO COM AS RIMAS…
Não me importo com as rimas. Raras vezes
Há duas árvores iguais, uma ao lado da outra.
Penso e escrevo como as flores têm cor
Mas com menos perfeição no meu modo de exprimir-me
Porque me falta a simplicidade divina
De ser todo só o meu exterior.
Olho e comovo-me,
Comovo-me como a água corre quando o chão é inclinado,
E a minha poesia é natural como o levantar-se o vento…
ALBERTO CAEIRO: O Guardador de Rebanhos, 1914.
LA ESPANTOSA REALIDAD DE LAS COSAS…
La espantosa realidad de las cosas
es mi diario descubrimiento.
Cada cosa es lo que es,
y es difícil explicarle a nadie cómo me alegra esto,
y cuánto me basta.
Basta existir para sentirse completo.
He escrito muchos poemas.
He de escribir muchos más, naturalmente.
Cada poema mío lo dice,
y todos mis poemas son distintos,
porque cada cosa es una manera de decir esto mismo.
A veces me pongo a mirar una piedra.
No me pongo a pensar si siente.
No me extravío llamándole hermana mía.
Pero me gusta por ser una piedra,
me gusta porque no siente nada,
me gusta porque no tiene ningún parentesco conmigo.
Otras veces oigo pasar el viento,
y me parece que sólo para oír pasar el viento vale la pena haber nacido.
No sé qué pensarán los demás cuando lean esto;
pero me parece que esto debe estar bien porque lo pienso sin esforzarme,
ni idea de que nadie vaya a oírme pensar;
porque lo pienso sin pensamientos,
porque lo digo como lo dicen mis palabras.
Una vez me llamaron poeta materialista.
Y me extrañó, porque yo no pensaba
que se me pudiese llamar nada.
Yo ni siquiera soy poeta: veo.
Si lo que escribo tiene algún valor, no soy yo quien lo tiene:
el valor está allí, en sus versos.
Todo esto es absolutamente independiente de mi voluntad.
ALBERTO CAEIRO: Poemas inconjuntos, 1915. Traducción de Ángel Crespo.
A ESPANTOSA REALIDADE DAS COUSAS…
A espantosa realidade das cousas
É a minha descoberta de todos os dias.
Cada cousa é o que é,
E é difícil explicar a alguém quanto isso me alegra,
E quanto isso me basta.
Basta existir para se ser completo.
Tenho escrito bastantes poemas.
Hei de escrever muitos mais. naturalmente.
Cada poema meu diz isto,
E todos os meus poemas são diferentes,
Porque cada cousa que há é uma maneira de dizer isto.
Às vezes ponho-me a olhar para uma pedra.
Não me ponho a pensar se ela sente.
Não me perco a chamar-lhe minha irmã.
Mas gosto dela por ela ser uma pedra,
Gosto dela porque ela não sente nada.
Gosto dela porque ela não tem parentesco nenhum comigo.
Outras vezes oiço passar o vento,
E acho que só para ouvir passar o vento vale a pena ter nascido.
Eu não sei o que é que os outros pensarão lendo isto;
Mas acho que isto deve estar bem porque o penso sem estorvo,
Nem idéia de outras pessoas a ouvir-me pensar;
Porque o penso sem pensamentos
Porque o digo como as minhas palavras o dizem.
Uma vez chamaram-me poeta materialista,
E eu admirei-me, porque não julgava
Que se me pudesse chamar qualquer cousa.
Eu nem sequer sou poeta: vejo.
Se o que escrevo tem valor, não sou eu que o tenho:
O valor está ali, nos meus versos.
Tudo isso é absolutamente independente da minha vontade.
ALBERTO CAEIRO: Poemas inconjuntos, 1915.