El peine del viento, de Eduardo Chillida

La poesía del bilbaíno Blas de Otero (1916-1979) muestra un particular interés por el tema de España y por el compromiso cívico del hombre individual con sus contemporáneos. Tras la aparente sencillez de muchos de sus versos, se esconde un riguroso trabajo del lenguaje.

ESTOS SONETOS

Estos sonetos son los que yo entrego,
plumas de luz al aire en desvarío;
cárceles de mi sueño; ardiente río
donde la angustia de ser hombre anego.

Lenguas de Dios, preguntas son de fuego
que nadie supo responder. Vacío
silencio. Yerto mar. Soneto mío,
que así acompañas mi palpar de ciego.

Manos de Dios hundidas en mi muerte.
Carne son donde el alma se hace llanto.
Verte un momento, oh Dios; después, no verte.

Llambria y cantil de soledad. Quebranto
del ansia, ciega luz. Quiero tenerte,
y no sé dónde estás. Por eso canto.

Ángel fieramente humano, 1950.

DIGO VIVIR

Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.

Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.

Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.

Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.

Redoble de conciencia, 1951.

Y EL VERSO SE HIZO HOMBRE

1

Ando buscando un verso que supiese
parar a un hombre en medio de la calle,
un verso en pie –ahí está el detalle–
que hasta diese la mano y escupiese.

Poetas: perseguid al verso ese,
asidlo bien, blandidlo, y que restalle
a ras del hombre –arado, y hoz, y dalle–
caiga quien caiga, ¡ahé!, pese a quien pese.

Somos la escoria, el carnaval del viento,
el terraplén ridículo, y el culo
al aire y la camisa en movimiento.

Ando buscando un verso que se siente
en medio de los hombres. Y tan chulo,
que mire a Tachia descaradamente.

2

Hablo de lo que he visto: de la tabla
y el vaso; del varón y sus dos muertes;
escribo a gritos, digo cosas fuertes
y se entera hasta dios. Así se habla.

Venid a ver mi verso por la calle.
Mi voz en cueros bajo la canícula.
Poetas tentempié, gente ridícula.
¡Atrás, esa bambolla! ¡Que se calle!

Hablo como en la cárcel: descarando
la lengua, con las manos en bocina:
«¡Tachia! ¡qué dices! ¡cómo! ¡dónde! ¡cuándo!»

Escribo como escupo. Contra el suelo
(oh esos poetas cursis, con sordina,
hijos de sus papás) y contra el cielo.

Ancia, 1958.

PIDO LA PAZ Y LA PALABRA

Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra», «vacío»,
etc.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.

Pido la paz y la palabra, 1955.

A LA INMENSA MAYORÍA

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
BLAS DE OTERO

Pido la paz y la palabra, 1955.

EN EL PRINCIPIO

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

Pido la paz y la palabra, 1955.

CANTAR DE AMIGO

Quiero escribir de día.

De cara al hombre de la calle,
y qué
terrible si no se parase.

Quiero escribir de día.

De cara al hombre que no sabe
leer,
y ver que no escribo en balde.

Quiero escribir de día.

De los álamos tengo envidia,
de ver cómo los menea el aire.

En castellano, 1959.

POÉTICA

Escribo
hablando.

En castellano, 1959.

CARTILLA (POÉTICA)

La poesía tiene sus derechos.
Lo sé.
Soy el primero en sudar tinta
delante del papel.

La poesía crea las palabras.
Lo sé.
Esto es verdad y sigue siéndolo
diciéndola al revés.

La poesía exige ser sinceros.
Lo sé.
Le pido a Dios que me perdone
y a todo dios, excúsenme.

La poesía atañe a lo esencial
del ser.
No lo repitan tantas veces,
repito que lo sé.

Ahora viene el pero.

La poesía tiene sus deberes.
Igual que un colegial.
Entre yo y ella hay un contrato
social.

Ah las palabras más maravillosas,
«rosa», «poema», «mar»,
son m pura y otras letras:
o, a…

Si hay un alma sincera, que se guarde
(en el almario) su cantar.
¿Cantos de vida y esperanza,
serán?

Pero yo no he venido a ver el cielo,
te advierto. Lo esencial
es la existencia; la conciencia
de estar
en esta clase o en la otra.

Es un deber elemental.

Que trata de España, 1964.

HAGAMOS QUE EL SONETO SE EXTIENDA

Hagamos que el soneto se extienda, respire como un mar sin riberas,
el endecasílabo está gastado, romo, mordisqueado cual aquella carta mía a los dioses,
demos espacio, elasticidad al soneto y el endecasílabo.

Hablemos de Bilbao, la ría, los montes violetas,
el puente de piedra en Orozco, el huerto de la abuela,
aquel niño mordiendo cerezas
y esta muchacha que alza el brazo a la rama de un manzano.

Hablemos de la guerra, esa gran cabronada,
la lucha de los pueblos, la inseguridad del futuro,
y maldigamos una y cien veces al imperialismo imperante.

Hablemos de la soledad del hombre,
las esquinas que callan como muertos de pie,
y ahora suena el teléfono y me levanto y termino.

Todos mis sonetos, 1977.

ESCUCHO LAS PALABRAS

En homenaje a Vicente Aleixandre, premio Nobel

La poesía es diálogo
de conocimiento.
Palabra viva
evidenciando el sentido último, la estructura de la emoción,
la permanencia de lo insólito.
Por las noches, escucho las palabras abrir las puertas de la casa,
andar por la sala,
salir un momento a la terraza y respirar con libertad.
Es cuando escojo los vocablos
y los pronuncio parsimoniosamente
y, tomándolos de la mano, los coloco en su sitio.

Hojas de Madrid con La Galerna, 1968-1977.