En la trayectoria poética del escritor cartagenero Antonio Oliver (1903-1968), hay tres poemarios esenciales: Mástil, su contribución a la poesía pura y al neopopularismo; Tiempo cenital, su libro más vanguardista; y Libro de loas, su libro más personal, cercano a la poesía de lo cotidiano.
BARRUNTOS
¡Está negro el cielo!
—¡Pero viene a mis poemas
un blanco temblor de élitros!
¡Está negro el mar!
—¡Pero hay un reflejo azul
que ilumina mi cantar!
¡Están tristes los almendros
sin la caricia del sol!
—¡Pero hay un nido en la verde
rama de mi corazón!
Mástil, 1925.
ANHELO
Ir siguiendo una luz…
Una luz que me muestre
los palacios miríficos
donde mora la Idea.
Compenetrarme tanto
con esta luz, que fuese,
como sus mismos rayos,
como su misma esencia.
Ir siguiendo una luz…
¡Y si nunca pudiera poseerla,
consumirme cual una mariposa
volando en torno de ella!
Mástil, 1925.
SENDERO
Como el verso de ocho sílabas
el molino de ocho aspas.
Las palabras son las velas.
Las velas son las palabras.
Da vueltas, molino blanco,
para que la estrofa cante.
Gira, octosílabo, gira,
que hace viento de levante.
Del pozo profundo y fresco
sacará el molino el agua.
Y la estrofa, la alegría
del claro pozo del alma.
Da vueltas, verso octosílabo.
Abre tus velas al aire.
Canta, molinito, canta,
que hace viento de levante.
Molino, suelta las sílabas.
Verso, que giren tus aspas.
Que preñes las velas, viento.
Molino, ¡que suba el agua!
Mástil, 1925.
UN POEMA ES ALGO MENOS QUE UNA ROSA…
Un poema es algo menos que una rosa.
No tanto como una muchacha,
sí lo que un astro en abandono.
Tiene sus ejes cristalinos,
se propaga como la luz,
es una claraboya al sueño.
Tiempo cenital, 1932.