Para Circe Maia (Uruguay, 1932), la función del lenguaje poético es descubrir y descubrirse. El lenguaje sobrio, el tono conversacional y la intensidad caracterizan sus composiciones. Su poema «Por detrás de mi voz» expresa su voluntad de ser voz de los desaparecidos forzosos de la dictadura.
JUNTO A MÍ
Trabajo en lo visible y en lo cercano
—y no lo creas fácil—.
No quisiera ir más lejos. Todo esto
que palpo y veo
junto a mí, hora a hora
es rebelde y resiste.
Para su vivo peso
demasiado livianas se me hacen las palabras.
Presencia diaria, 1964.
PALABRAS
Tantos millones de bocas tienen pasadas
—Pedro Salinas
En este cuarto me rodean muebles
que no conoces: tengo puesto ahora
este vestido que no has visto y miro
¿hacia adentro, hacia afuera? —No lo sabes.
Pero ahora y aquí y mientras viva
tiendo palabras-puentes hacia otros.
Hacia otros ojos van y no son mías
no solamente mías:
las he tomado como he tomado el agua
como tomé la leche de otro pecho.
Vinieron de otras bocas
y aprenderlas fue un modo
de aprender a pisar, a sostenerse.
No es fácil, sin embargo.
Maderas frágiles, fibras delicadas
ya pronto crujen, ceden.
Duro oficio apoyarse sin quebrarlas
y caminar por invisible puente.
El puente, 1970.
POR DETRÁS DE MI VOZ
Por detrás de mi voz
—escucha, escucha—
otra voz canta.
Viene de atrás, de lejos;
viene de sepultadas
bocas y canta.
Dicen que no están muertos
—escúchalos, escucha—
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.
Escucha, escucha:
otra voz canta.
Dicen que ahora viven
en tu mirada.
Sostenlos con tus ojos
con tus palabras.
Que no se pierdan.
Que no se caigan.
No son sólo memoria
son vida abierta
abierta y ancha.
Escucha, escucha:
otra voz canta.
El puente, 1970.