La silla, de Wilfredo Lam

La poesía del cubano Nicolás Guillén (1902-1989), de hondas raíces populares, gira en torno al tema de la negritud y, más adelante, al de los problemas sociales del continente americano.

ELEGÍA MODERNA DEL MOTIVO CURSI

No sé lo que tú piensas, hermano, pero creo
que hay que educar la Musa desde pequeña en una
fobia sincera contra las cosas de la Luna,
satélite cornudo, desprestigiado y feo.

Edúcala en los parques, respirando aire libre,
mojándose en los ríos y secándose al sol;
que sude, que boxee, que se exalte, que vibre,
que apueste en las carreras y que juegue hand ball.

Tú dirás que el consejo es pura «pose», ¿no es eso?
Pues no, señor, hermano. Lo que ocurre es que aspiro
a eliminar el tipo de la mujer-suspiro,
que está dentro del mundo como un pájaro preso.

Por lo pronto, mi musa ya está hecha a mi modo.
Fuma. Baila. Se ríe. Sabe algo de derecho,
es múltiple en la triste comunidad del lecho
y dulce cuando grito, blasfemo o me incomodo.

Por otra parte, cierro mi jardín de tal suerte
que no hay allí manera de extasiarse en la Luna.
(Por la noche, el teatro, el cabaret, o alguna
recepción…) Y así vivo considerado y fuerte.

Poemas de transición, 1927-1931.

ARTE POÉTICA

Conozco la azul laguna
y el cielo doblado en ella.
Y el resplandor de la estrella.
Y la luna.

En mi chaqueta de abril
prendí una azucena viva
y besé la sensitiva
con labios de toronjil

Un pájaro principal
me enseño el múltiple trino.
Mi vaso apuré de vino.
Sólo me queda el cristal.

¿Y el plomo que zumba y mata?
¿Y el largo encierro?
¡Duro mar y olas de hierro,
no luna y plata!

El cañaveral sombrío
tiene voraz dentadura.
¡Que sepa el astro en su altura
de hambre y frío!

Se alza el foete mayoral.
Espaldas hiere y desgarra.
Ve y con tu guitarra
dilo al rosal.

Dile también del fulgor
con que un nuevo sol parece:
en el aire que la mece,
que aplauda y grite la flor.

La paloma de vuelo popular, 1958.

POETAS

Hay el poeta que escribe al rey o al duque,
y se dice su criado. Señor
(susurra levemente) y se prosterna
y le besa los pies.
Canta junto a la mesa de su amo
cubierta de manjares,
pero sabe que nunca podrá sentarse a ella.

Es el poeta feudal.
En algunos lugares viste anacrónicamente de frac.

Hay el poeta a quien la poesía
sirve para abogar por la injusticia.
Avanza en un auto serenamente móvil.
Puede sentar en la silla eléctrica
a sus amigos inocentes.
Es el poeta del gran signo $ sangriento
que cree que vamos a creerle que él se cree demócrata
porque va a todos los sitios en que se dice: Traje de calle.

Hay el poeta hecho al áspero tumulto ciudadano,
a la discusión en el sindicato,
al paso de las guerrillas,
y que habla el idioma simple y compañero
del que trabaja a su lado.
Como en la fábula clásica
es el dueño del fuego y la esperanza.
Sabe de palabras terribles, como la palabra
NAPALM
y ha visto las espaldas del pueblo lamidas por esas
lenguas del infierno; y la palabra
GUERRA
llena de estruendo y humo,
y la palabra
NIXON
que hiede como el agujero de una cloaca. Pero conoce
también palabras como
VIETNAM
PERÚ
UBA
CHILE
BOLIVIA:
Esta última empapada en sangre fresca de estudiantes y
mineros; y por fin la palabra
VENGANZA
que traducida a la lengua general de nuestros pueblos quiere
decir
VICTORIA.

La rueda dentada, 1972.