Luis Palés Matos (1898-1959), poeta mayor de Puerto Rico, es uno de los más destacados cultivadores de la poesía negra. En el poema “Abajo”, resume el programa poético del diepalismo, movimiento vanguardista fundado por él.
FRONTIS
Lector, vas a beber en una fuente,
donde al bajar el labio y la mirada,
encontrarás tu imagen retratada
en la seda de su onda transparente;
vas a beber el agua de un torrente
hecho de Todo y en resumen Nada,
que sabe de la estrella inmaculada
y de la sima negra y atrayente…
Ése es mi verso; profundiza un poco.
No compadezcas mi dolor, si loco
te lanza entre la sombra su saeta;
sigue, a tientas quizás: Jasón perdido,
y toparás al cabo, sorprendido,
el vellocino de oro del poeta…
Azaleas, 1915.
ABAJO
Abajo el ruido hueco de la música externa
que hace de la noble función un ejercicio de infantería,
con soldados de plomo inamovible
bueno para muchachos.
Desatemos las sogas tirantes de los metros
que amarran a un sonsonete de batracio
la augural orquestación del pensamiento,
y el consonante, insecto de élitro zumbón,
piquémosle a una caja de coleópteros.
Toda esa música de hojalata:
dijes, camafeos, relicarios,
joyas labradas de tocador,
cuentas de negra congolesa,
toda esa pacotilla inverosímil
de vieja quincalla literaria,
dejémosla en Venecia o en Roma,
o en la penumbra anticuaria de los museos
o en el secreter de madame Pompadour.
Abajo la luna, terrón podrido y muerto,
que reventó de romanticismo y pusilánime
el sistema nervioso del siglo XVII;
abajo el sol, ese clown borracho y apoplético,
que se pasa todo el día haciendo las mismas maromas
en el trapecio del infinito;
abajo el cielo todo con nubes y estrellas decorativas
y tramoya constante de teatro melodramático;
abajo todo lo fijo, que traza órbitas inalterables
y sedentariamente se consume de viejo sin dar un grito.
Muera la pose teatral del escritor concienzudo
de largas y congestivas cerebraciones;
muera la lógica, esa vieja miope,
que no ve más allá de sus narices de bruja;
muera el verso gomoso y florido
como una señorita en traje de baile;
muerte para todo lo lento, destilado,
limado, corregido, cerebrado,
todo ese atrezo descomunal y lentejueleante,
que hace de la verdad una bailarina
o una plebeya cantadora de couplets.
Haremos el cielo nuevo con el humo de las chimeneas;
crearemos la música nueva con el estruendo de las fábricas;
daremos la actividad, constante y múltiple, sin leyes;
y transformaremos la carroza académica del arte
en un automóvil de carrera que corra parejas con la vida.
Con manos de albañiles, de carpinteros o de cargadores de muelle
pulsaremos el grande instrumento resonante
que barrerá con el ímpetu de sus reacias armonías
la débil voz melódica de la ópera italiana.
Nuestras manos quiebran la vieja flauta panida
como una frágil caña, y bajo nuestras botas
aplastamos la huerta clerical
de la asmática cofradía literaria.
Poetas, yo os invito al Canto Nuevo
en esta hora whitmaniana y comunista…
Hora del dirigible que enciende su cigarro en el relámpago,
y del aeroplano colgado como una mosca de las nubes,
y del submarino que desflora la pubertad del abismo,
y de la locomotora, puñetazo al horizonte,
y del australiano y del chino,
y de la flapper y el cocktail,
y del jazzband y el cowboy,
y del andrajo y la lepra,
y de los estómagos vacíos.
Loemos la belleza parca de lo útil:
¡oh lecho de sábanas limpias!
¡Oh almohada acogedora que me pasas tus plumas
como dedos de niño por la cabeza desvelada!
¡Oh ducha matinal que me arañas dulcemente
como una gata mimosa!
¡Oh truck que llenas las aldeas de harina!
¡Oh bisturí que me has cortado la apéndice!
Estrofa masculina, brutal, demoledora,
como un hombre arrancando una piedra del camino,
que trasude el hedor de los torsos sudados
que colman las estivas de los buques
y revientan montañas.
El cañón alemán que rompió a París
vuelva harto de pólvora revolucionaria
y barra este montón afeitado y melódico
de gotosos y astenios,
que se asusta como un gallinero de parroquia
cuando pasa resoplando un automóvil de carretera.
1921
CANCIONES DE LA VIDA MEDIA
Ahora vamos de nuevo a cantar alma mía;
a cantar sin palabras.
Desnúdate de imágenes y poda extensamente
tus viñas de hojarasca.
No adulteres el mosto que hierve en tus lagares
con esencias extrañas,
y así, te dará un vino sencillo pero puro,
porque es vino de casa.
Anda el viejo camino para que se te vea
la intención noble y clara,
y huye de las retóricas travesuras ingenuas
que inquietaron tu infancia.
Ya eres vieja, alma mía. Árbol que entra en la zona
de la vida mediana
como fruta madura te cuelga el sentimiento
de la rama más alta.
Rama de bella fronda que perfumó mi canto,
ahora se ve pelada…
Para cuajar el fruto tuvieron que caerse
las hojas de la rama.
Así estás, alma mía, en tu grave hora nueva,
toda desnuda y blanca,
erguida hacia el silencio milenario y profundo
de la estrella lejana.
Canciones de la vida media, 1925.