La primavera, de Joaquim Sunyer de Miró

El malagueño Salvador Rueda (1857-1933) es uno de los principales precursores del modernismo en España. Sus poemas se caracterizan por el intenso colorido y la musicalidad, conseguida por medio de nuevos ritmos y originales combinaciones de estrofas.

LA LÁMPARA DE LA POESÍA

Desde la frente, que es lámpara lírica, desborda su acento,
como un aceite de aroma y de gracia, la ardiente poesía,
y, a los ensalmos que exhala cantando su fresca armonía,
vase llenando de luz inefable la esponja del viento.

Rozan los versos, como alas ungidas de lírico ungüento,
sobre las frentes, que se abren cual rosas de blanca alegría;
y un abanico de ritmos celestes el aire deslía,
cual si moviera sus plumas de magia de Dios el aliento.

Vierte en el aire la lámpara noble sus sones divinos
que, goteantes de sílabas puras, derraman sus trinos
desde el tazón del cerebro de lumbre que canta sonoro.

Y, revolando, las almas acuden de sed abrasadas,
como palomas que beben rocío y ondulan bañadas
en el temblor de la fuente sublime del verso de oro.

Poesía completas, 1911.

A MI MUSA

Quijote de un troquel no imaginado,
sales al gran palenque de la vida,
dispuesto a la viril arremetida,
y con tu lanza de torneo armado.

El río de la vida desbordado
choca en tu escudo en brava sacudida,
y torna atrás, después de la embestida,
al hondo cauce de que fue lanzado.

Después de tus heroicos ardimientos,
Naturaleza vuelve a sus cimientos,
al son de tu rodela golpeada,

cual si tu escudo incontrastable fuera
el calzador gigante que metiera
en su cauce la Vida desquiciada.

Cantando por ambos mundos, 1914.

LO DISCRETO Y LO GRANDIOSO

En el arte no adoro la mesura,
que es discreto antifaz de la pobreza;
belleza calculada no es belleza,
ni hermosura sin brío es hermosura.

Amo el alma inmortal de esencia pura,
las claves de la gran Naturaleza,
los mares de caótica grandeza,
los cielos de enigmática escritura.

Adoro el telescopio inmensurable,
adoro el microscopio imponderable,
amo el genio que crea y arrebata.

La mesura en lo insólito se estrella.
Ni cabe en un dedal una centella,
ni en un vaso una enorme catarata.

Claves y símbolos, 1957, póstumo.