Marco Valerio Marcial (40-104), poeta latino de origen hispano, convirtió el epigrama en vehículo útil para la caricatura y la adulación, la invectiva o el recuerdo amistoso.
NO SABE, CRÉEME, QUÉ SON EPIGRAMAS, FLACO…
No sabe, créeme, qué son epigramas, Flaco,
quien sólo los llama divertimentos y bromas.
Más frívolo es quien escribe el banquete del cruel
Tereo o tu cena, empachado Tiestes,
o a Dédalo ajustándole a su hijo las licuantes alas,
o a Polifemo apacentando sus ovejas sicilianas.
Lejos de mis libros está toda ampulosidad
y mi Musa no se pavonea con el loco traje de la tragedia.
«Sin embargo eso es lo que todos alaban, admiran, adoran.»
Lo admito: eso es lo que alaban, pero esto es lo que leen.
Epigramas, IV, 49. Traducción de Juan Fernández Valverde.