Etiqueta: La Pléyade

Joachim du Bellay

Eva Prima Pandora, de Jean Cousin, el mayor

Dentro del grupo de La Pléyade, destaca por su originalidad el francés Joachim du Bellay (1522-1560), maestro del soneto: en su poesía, el culturalismo adelgaza, para dejar sitio a la confidencia íntima y a los acentos elegíacos.

NO QUIERO ESCUDRIÑAR DE LA NATURA EL FONDO…

No quiero escudriñar de la natura el fondo,
no quiero rebuscar la esencia universal,
no quiero sondear los abismos cubiertos,
ni dibujar del cielo la hermosa arquitectura.

No pinto yo mis lienzos con tan rica pintura,
y argumentos tan altos no los busco en mis versos:
Mas del lugar siguiendo los accidentes varios,
sea del bien o del mal, escribo a la ventura.

A mis versos les lloro, si tengo una tristeza:
y me río con ellos y les cuento el secreto,
pues son del corazón muy fieles secretarios.

Así es que no pretendo peinarlos o adornarlos,
ni con sonoros nombres los quiero disfrazar
sino de notas íntimas o propios comentarios.

Lamentaciones, 1558. Traducción de Luis Antonio de Villena.


Pierre de Ronsard

Gabrielle d' Estrées y su hija, anónimo francés de la Escuela de Fontainebleau

Pierre de Ronsard (1524-1585), el más importante poeta del Renacimiento francés, formó parte de La Pléyade, grupo de poetas que intentaron revitalizar la lengua y la literatura francesas inspirándose en los clásicos latinos y en Petrarca.

CON LAURELES Y MIRTOS HOJA A HOJA TRENZADOS…

Con laureles y mirtos hoja a hoja trenzados,
cuando Helena tejía una bella corona
me llamó por mi nombre: recibid este don,
a mí sola, Ronsard, cantaréis en la vida.

Escuchándola, Amor, con sus férreos dardos
me entra Helena en el pecho, me hace ser su cantor:
que un asunto tan fértil no sorprenda a tu pluma,
cuanto más grande el tema, morirás más cual cisne.

Dijo Amor, y tocó con sus alas mi cuerpo.
Oí el ruido de su arco y las hojas eternas
de los mirtos sentí agitarse en mi frente.

Adiós, musas, adiós, a vosotras renuncio.
Mi Parnaso es Helena, y si tengo esta amada
será mío el laurel, no es posible el fracaso.

Sonetos para Helena (1574), I, 56. Traducción de Carlos Pujol.