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José María Álvarez

Adán y Eva, de Ferran García Sevilla

José María Álvarez (Cartagena, 1942) es uno de los más destacados representantes de la estética novísima. Su poesía, llena de citas literarias y de todo tipo de referencias culturales, pretende ser un compendio de toda la belleza del mundo.

EN LA ESTANCIA DE ORO

    « –Magnífico caviar
–Sólo compro de esturiones felices»
DE UNA PELÍCULA
                «Entonces enloquecimos»
              ARTHUR RIMBAUD

El Otoño se extiende suntuoso
sobre París. Imposible substraerse
al célebre alarde: ese alma noble
misteriosamente indescifrable
del poeta, que siente
con suma intensidad el deslumbramiento
de esta visión sublime.
Bajo la lluvia brilla el oro viejo
de una tarde arrogante. Qué notable
excitación, qué grato asombro.
Tan elegante, o más, que ese ámbito excelso
el ánima del vate, fastuosa, divina,
trata de hallar metáfora eminente
que por los siglos de los siglos
recreando esta hora, maraville
por su exquisita inteligencia y lucimiento
sin distinción de clases, razas, lenguas.
Inefable el enigma, sin embargo
nuestro querido amigo no se topa
la clave del portento. Desespera;
busca afanosamente en los recursos
de su arte sagaz: todo es inútil.
Demasiada Belleza. Hasta medita
en un suicidio que vincularía
su nombre a ese titánico aspaviento
del artista moderno, loco, muerto
en pos de la expresión inasequible.
Por fin, más moderado,
más cuerdo y tolerante,
recuerda que tampoco es para tanto,
y regresa a su casa, lee a Plutarco
y deja que su carne se macere
solitaria ante el mundo y sus ilustraciones.

Museo de cera, 2002.


Justo Jorge Padrón

Jardín de Filolendun, de Juan Betancor

La poesía del canario Justo Jorge Padrón (1943), miembro de la promoción poética del 70, se asienta en la metáfora visionaria y audaz, donde la voluntad de belleza es también fe en la vida.

EL POETA

Ved a este hombre ignorado, ése a quien se desdeña
por el don esencial de su palabra.

El que ama la belleza como a la libertad
porque ambas son la fuerza de su fuego.

El que contra el poder injusto se rebela
ejerciendo su grave disonancia.

El que ilumina la palabra sol
cuando la escribe, y cuando dice pájaro
el aire es una ráfaga que canta en la maleza.

El que hasta el límite su verso pule
como labrado acero por defender la vida
de cuanto late y crece y vuela y sueña.

El que escucha los mundos lejanos de su mundo
y absorto nos trasciende un nuevo espacio.

El que rompe las trampas de la pena
y la esclusa de toda agua estancada
por adentrarse lúcido en su fosca planicie.

Ese mismo que un día abre una grieta
hacia la muerte para nunca ser
un guijarro atrapado en el muro del odio.

Sólo muere la mano que te escribe, 1985-88.


Diego Jesús Jiménez

Bodegón, de Diego Jesús Jiménez

Diego Jesús Jiménez (Madrid, 1942-2009) concibe la poesía como una investigación en el misterio, que, sin embargo, “al intentar penetrarlo se difumina”: el poema nace de la emoción y, por lo tanto, es de origen irracional e inconsciente; la poesía, como en Mallarmé, es un arte de la sugerencia, la sugestión.

CONCEPCIÓN DEL POEMA

I

Las palabras, como los más bellos cuerpos desnudos
rodeados de flores y de muerte, huyen despavoridas de sus santuarios, de sus
[inciertos
mausoleos de agua,
como si el sueño hubiera descubierto
que no son sino objetivaciones disfrazadas
de un dios efímero y radiante a cuya sombra
yace olvidada su propia falsedad.
El pasado es un sueño y las palabras
a las que invoco ahora, noches de incertidumbre y llanto, días
desposeídos del placer de su más alta música. Llenas de heroísmo y vileza
buscan en las tinieblas luz, la suficiente claridad
en su reino sombrío donde, no obstante, la ceremonia de la confusión
deberá resultar imprevisible. Trátase, pues, ante todo, de un paraíso
lleno de una agradable imaginería y, a veces, hasta de la más bella precisión.
He ahí que la vileza misma de la palabra
como medio convencional de dar nombre y destino –nunca origen–,
sea su propia salvación; su única gloria.
Un dios falso en su altar es la palabra
de la que, sin embargo, el creador no puede –debido a la emoción que en su
[reino respira–
desvelar el misterio de su mundo. Tan sólo, le ha sido concedida la dura y bella
[posibilidad de captarlo y mostrarlo: la difícil belleza
de aprehender el disfraz con el que las palabras viven.
A éstas, aparentemente lógicas limitaciones, añádanse las serenas
palabras de Wölffin: «No todo es posible en cualquier época».
Así la libertad se hallará limitada por la Historia.
Giotto es la imagen del capitalismo florentino:
«el estudio del hombre se convierte en el máximo centro de interés»: Masaccio.
¿No formó el mármol el pensamiento de los griegos?
Bajo el cuerpo desnudo de
[la noche
una mano piadosa, una lejana voz desposeída
de su brillante y prestigioso trono
enciende las figuras inmóviles del séquito, ensilla los caballos, ordena a sus
[esclavos y a sus siervos
que recorran el bosque en el que las palabras arden. El halcón en el hombro
y en jauría los ciervos. Bajo la nieve de las escalinatas, rodeadas de rosas y
[jazmines, se desvanecen
las palabras ardiendo.
Veo en el bajorrelieve, junto a la entrada de palacio,
unas imágenes que suceden a otras, cuerpos de piedra consumiéndose, viejas
[palabras
como flores o gestos que hoy son dichas, buscadas,
llenas de realidad y sumisión. Los vocablos galopan como potros el bosque;
su destino es misterio; su resplandor o su silencio
el sueño de un dios falso herido por las sombras.
Mi vida, una palabra, una
[palabra sólo
verdadera y tenaz, enredada a la muerte.


Jenaro Talens

Espiral, de Mateo Vilagrasa

La poesía de Jenaro Talens (Tarifa, Cádiz, 1946), destacado miembro de la promoción poética de los 70, indaga en el conocimiento de la realidad, a través de la reflexión sobre la propia poesía y del proceso creativo, y más tarde, a través de la vivencia existencial y el pulso de la emoción.

ARS POETICA

Chercher humblement à faire plaisir?
Los cuerpos que transmigro incoloran mi piel.
Es el estrago de una primavera
que yo decido primavera.
Y silenciosamente,
cómplice en el lugar del agujero,
muere el fantasma de Platón,
la metáfora del barco inscrito en el atardecer.
Mis ojos instrumentan
una mirada umbilical. El aire de la noche
genera aullidos, sueños del deseo
disolviéndose en torno a algunos pájaros
como si nieve móvil. Una música
que traspasa las grietas, su mensaje.
Transferir superficies constituye
la imagen aparente del objeto. Más allá
de su barbarie y su abstracción el labio magnifica
mi volumen. Así
la sucesión me engendra, me acumula. Un eco que produce
otros ecos, la historia, el hilo indestructible
que nada usurpa ni rehúsa: excede,
como la arena el pairo de las olas.

Taller, 1973.


José Luis Jover

Sin título, del Equipo Crónica

Para José Luis Jover (Cuenca, 1946), escribir un poema es “ensayar una magia menor”. Es la suya una poesía indirecta, voluntariamente instalada en el umbral de donde suceden las cosas y en la que algunas veces se cuelan golpes surrealistas y fisuras del sentido.

UN AGUJERO NEGRO

Retroceder
hasta el borde
del poema
antes de escribir
la primera palabra.

El viento soplando
hacia sí,
hacia mí.

A esta baraja le faltan corazones, 1993.