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André Breton

Sin título, de André Breton

André Breton (1896-1966) es uno de los fundadores del surrealismo y su principal ideólogo y propagandista. Su poesía es una tentativa de yuxtaponer la acción y el sueño.

EN EL CAMINO DE SAN ROMANO

La poesía se hace en un lecho como el amor
Sus sábanas revueltas son la aurora de las cosas
La poesía se hace en los bosques

Tiene el espacio que necesita
No éste sino aquel que condicionan

El ojo del milano
El rocío sobre una flor de cola de caballo
El recuerdo de una botella de Traminer empañada sobre una bandeja de
[plata
Una alta verga de turmalina en el mar
Y el camino de la mental aventura
Que asciende a pico
Una parada se llena de maleza en seguida

Eso no se grita sobre los tejados
No es conveniente dejar la puerta abierta
O llamar a testigos

Los bancos de pescado los setos llenos de pájaros
Los raíles a la entrada de una gran estación
Los reflejos de las orillas de un río
Los surcos en el pan
Las burbujas del arroyo
Los días del calendario
El corazoncillo

El acto del amor y el acto de poesía
Son incompatibles
Con la lectura del diario en voz alta

El sentido del rayo de sol
El resplandor azul que despiden los hachazos del leñador
El hilo de la cometa en forma de corazón o de garlito
El latido rítmico de la cola de los castores
La velocidad del relámpago
La lluvia de peladillas desde lo alto de las viejas escaleras
El alud

La cámara de los prestigios
No señores no es la octava sala
Ni los vapores del dormitorio un domingo por la noche

Las figuras de baile realizadas en transparencia por encima de las charcas
La delimitación contra un muro de un cuerpo de mujer al que se lanzan
[cuchillos
Las volutas pálidas del humo
Los bucles de tu cabello
La curva de la esponja de las Filipinas
Los lazos de la serpiente de coral
La presencia de la hiedra entre las ruinas
La poesía tiene todo el tiempo por delante

El abrazo poético como el abrazo carnal
Mientras dura
Prohíbe toda escapada sobre la miseria del mundo.

Poemas, 1948. Traducción de Manuel Álvarez Ortega.


Joaquín Pasos

Mutante 2, de Luis Urbina

En la poesía de Joaquín Pasos (1914-1947), el más joven del grupo de poetas nicaragüenses que constituyeron el Movimiento de Vanguardia, se dan el uso de la fealdad con sentido burlesco, la sátira del lugar común y de las costumbres familiares y burguesas, la reflexión sobre el mestizaje y la identidad nacional, y la exaltación del amor adolescente

POEMA A PIE

Qué actitud, qué gallarda pose original se puede tomar
ante la proximidad de este poema?
Te lo pregunto a ti, oh hábil diseñadora de nuevas
sonrisas!, la única
que puede ofrecerme en un plan de cinco minutos la más
conveniente arquitectura de mi genio actual

Decían los maestros chinos de la dulce poesía
que el poeta quedaba enfermo y ojeroso después del trance amargo;
pero yo te suplico, bondadosa musilla de ojos ingenuos,
que no hagas que mi miel sea elaborada a costa de mi sangre,
porque mucha sangre se ha desperdiciado últimamente y andan
escasos de leche los pechos de las madres.

Un poema que sale a pie, y como está inédito, yo le digo:
Hasta que te vea te creo,
pretendo primero, sacudirme de encima estas alas de ángel
que me agobian,
a ver si botando toda esa pluma quedo con la ternura
virginal del pollo
o siquiera con algo de ese equilibrio inestable de lo que da risa,
tan lleno de emoción y de lágrimas como el cristal que ya va a caer
y no cae, pero que sabe que ya va a caer.

Poemas de un joven, 1962, póstumo.


Raúl González Tuñón

Desocupados, de Antonio Berni

Poeta de la ciudad, el argentino Raúl González Tuñón (1905-1974) formó parte del grupo de los matinfierristas, marcadamente vanguardistas. Junto a “versos celestes”, escritos bajo la influencia del surrealismo, compuso otros de vocación más popular, en los que refleja sus preocupaciones sociales.

EL POETA MURIÓ AL AMANECER

Sin un céntimo, tal como vino al mundo,
murió al fin, en la plaza, frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas, la esperanza y la miseria.

Fue un poeta completo de su vida y de su obra.
Escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera,
y como hombre de su tiempo que era,
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.

Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.

Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer,
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.

Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Bécquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.

Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro.
Tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.

Nuevos poemas de Juancito Caminador, 1941.


José Coronel Urtecho

Sin título, de Rodrigo Peñalba

José Coronel Urtecho (1906-1994) es una de las más importantes voces de la poesía nicaragüense del siglo XX. Sus poemas son un recorrido por las fases más variadas de la poesía contemporánea: divertimentos vanguardistas, poesía popular, clasicismo, buceos en el subconsciente…

OBRA MAESTRA

O

¡cuánto me ha costado hacer esto!

1928. Pol-la D’Ananta Katanta Paranta, 1970.


Rafael Lasso de la Vega

Mujer con abanico, de María Blanchard

Rafael Lasso de la Vega (Sevilla, 1890-1958) se inició en el modernismo, que abandonaría pronto para sumarse con entusiasmo a la aventura vanguardista. El dadaísmo y, sobre todo, el ultraísmo, tienen en él a uno de sus mejores representantes.

YO SOY EL QUE COMPRENDE, EL QUE ADORA Y SUSPIRA…

Yo soy el que comprende, el que adora y suspira.
Toda la primavera canta en mi corazón.
Siento con la armonía de la tierra que gira
y en el azul del cielo con la constelación.

Voy sobre los abismos, bajo el cielo, en Pegaso
volando, atento al ritmo de mi música interna;
y las formas se ofrecen, sagradas a mi paso,
con la expresión cendrada de su belleza eterna.

Porque todo en el mundo es bello eternamente,
y cada instante tiene su inefable emoción.
Canto con las estrellas, suspiro con la fuente
y sueño con la luna la célebre visión.

¡Oh, celeste visión del alma mía pura,
y de mi corazón, que sueña, iluminado
por el amor divino, por la eterna hermosura,
ante el tiempo infinito y el más allá ignorado!

Admiro la belleza del mundo… la alegría
profunda de las cosas, y el profundo dolor…
Sobre mi pecho alienta la divina armonía
como brisa que pasa y estremece la flor.

Un sol eterno y puro me alumbra noche y día…
¡Porque en mi corazón está el amor!

De «Las emociones inefables», en El corazón iluminado y otros poemas, 1919.