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Giovanni Quessep

La poesía de Giovanni Quessep (Colombia, 1939) está marcada por la celebración del mundo y la lucha dolorosa e inútil contra el tiempo que nos lo arrebata. Quessep recrea, con un lenguaje decantado, los arquetipos y símbolos de muy diversas tradiciones literarias.

PRELUDIO DE LA MUERTE

¿Aun si la poesía no es un engaño
del telar que se mueve ante tus ojos,
dónde hallarás la salvación
y quién o qué podrá salvarte? En nada crees.

Como quien va a morir
esperas en la puerta de tu casa:
Duro oficio esperar lo que se ignora,
buscando, entre las ruinas, una mágica sombra.

Muerte de Merlín, 1985.


Àlex Susanna

Para Àlex Susanna (Barcelona, 1957) «a veces, de una experiencia no muy poética puede salir un poema con más facilidad que ante grandes hechos». Es por ello que la cotidianidad (el hogar, el amor y la familia, el trabajo, los viajes, el paisaje, la cultura…) es el núcleo esencial de su poesía, caracterizada también por el tono de confidencia, meditativo y coloquial.

AVISO PARA NAVEGANTES

A Paulo Teixeira

En una plaza ibérica
te hacen leer, como quien no quiere la cosa,
un poema ante una sorprendida
concurrencia, que por allí pasaba
atareada u ociosa;
y de pronto me veo a mí mismo
intentando patéticamente
abrirme paso con el verso
en medio de la gente indiferente
como un náufrago de quien nadie se percata…
Y poco a poco esta voz que no ve
se hunde, se hunde hasta tocar fondo
y dejar de creer en ella misma:
eso le pasa a la poesía
cuando intenta llegar a demasiada gente.

Inútil poesía, 2002. Traducción de Ángel Guinda.


José Mármol

El poeta José Mármol (República Dominicana, 1960) concibe la poesía como artefacto de conocimiento e instrumento de salvación personal. Es, por su rigor estético e intelectual, uno de los más importantes renovadores de la poesía dominicana contemporánea.

ARTE POÉTICA

Oh llamado demoníaco del surtidor poético, no me abandones a la miseria yerma de la claridad. Apártame por siempre de lo fácil, lo tangible. En la oscuridad prolifera el asombro. Húndeme al tórrido gris de un mar llovido. Deja que me pierda en su armonía de furias. Dame otra vez de la locura el sueño y de la clarividencia el más ancho desvarío. Mantenme colgado de lo inimaginable. Apóyame del aire, así caigo en lo eterno. Clávame al madero de un verso apetecido, de una voluptuosa imagen de otra edad. Átame al dilema de cantar o pensar. Elévame, elévame, elévame y no me sueltes nunca al rumor de lo que es. Desanda con mi lengua los espacios invisibles. Di con mis palabras cuanto habrá de aparecer. Diseca con un verso la belleza del instante. Haz reír un ángel y que Dios me cele. Oh bestial, cortante llamado del tormento poético. Haz de la sospecha pasión de mi escritura; que converjan en mi verbo los idiomas y las pieles, y en las vibraciones espantosas de mi sangre todos los candores de la inocuidad. Haz de mi existencia un estallido, un soplo de vocales, una idea fragante, un ya nunca jamás. Oh monstruoso llamado del surtidor poético. Haz de cada sílaba un lenguaje nuevo y con árboles y piedras un mundo a tu deseo. Haz del no sido el es y del devenir un retornar sin freno. Condéname a todo, oh torrente mágico de la poesía, menos al viciado misterio de lo exacto. Haz que mis canciones sobrevuelen la breve infinitud del universo. Oh demoníaco, oh bestial, oh fecundo y verbal llamado del poema.

Lengua de paraíso, 1992.


Moraima Guanipa

Para Moraima Guanipa (Venezuela, 1961) “escribir poesía es una forma de estar en el mundo”. Su obra poética gira en torno a la memoria, propia y ajena, la palabra como vivencia transmutada, y la ciudad y su latido cotidiano.

HECHOS DE POESÍA

Los poetas son seres frágiles.
Pueden desvanecerse de amor
o de demasiada vida.

Cuentan que un poeta murió
con solo pincharse el dedo
con la espina de una rosa.
Dicen que otro encontró
con una bala
el lugar exacto del corazón.
Hubo alguno que, insomne,
no atinó el tiro al blanco
al despedir su vida de cuarenta años.

Las poetas buscan medios más naturales
o domésticos.
Un frío lago recibió
la desesperación de una mujer
con piedras en los bolsillos.
Otra fue alga marina
y el mar la nombra en cada ola.
Otra respiró la muerte
invisible, incolora, del gas.

La muerte,
la desprestigiada muerte,
recibe con miedo esta fragilidad.
Teme este decir infinito
en el que una palabra, una sola palabra
llena de ecos al mundo.

Bogares, 1998.


Jordi Doce

La poesía de Jordi Doce (Gijón, 1967) hunde su raíz en la tradición europea de la poesía meditativa y de la búsqueda de la trascendencia. Sus poemas suelen tener origen en alguna anécdota, a partir de la cual nos descubre un mundo complejo.

PARA VIVIR

La mano escribe para no morir.
O cuenta el mundo en sílabas contadas
para decir: aquí termina el mundo,
fuera impera la noche
y el frío de la noche,
el lento gotear de las estrellas
y su terco silencio impenetrable.

La mano escribe para no morir.
Semeja su hermana, la lengua,
envuelta en un temblor que no comprende,
ajena a la raíz que la redime.

La mano escribe para no morir.
O dice el mundo en sílabas contadas
para decir: aquí termina el mundo,
fuera impera la noche
y el frío de la noche,
quietud de lo que nunca vive o muere
pues nunca tuvo nombre.

Otras lunas, 2002.