Categoría: Autores

Emilio Ferrari

Ángel Caído, de Ricardo Bellver

Emilio Ferrari (Valladolid, 1850-1907), discípulo de Núñez de Arce, busca en la poesía la realidad sencilla, común, dentro de la cual hay que saber encontrar los destellos ideales. Dedicó algunas poesías burlescas a la naciente estética modernista, a la que caracterizó como gongorismo a la francesa.

LA NUEVA ESTÉTICA

Un día, sobre asuntos de la clase,
firmaron las gallinas un uckase,
y desde el Sinaí del gallinero
promulgaron su ley al mundo entero.

Disponíase allí, por de contado,
que el vuelo de las águilas robusto
debe ser condenado
como un cursi lirismo de mal gusto;
que, en vez de labrar nidos en la altura,
se escarbe, sin cesar, en la basura;
que, para dilatar los horizontes,
ras con ras decapítense los montes,
y dejando al nivel todo Himalaya,
del muladar que su corral domina,
en adelante, no haya
más vuelos que los vuelos de gallina.

Esto el volátil bando
decretó, la invención cacareando.
Mas, a pesar del alboroto, infiero
que la gente después, según costumbre,
siguió admirando al águila en la cumbre
y echando las gallinas al puchero.

Por mi camino, 1908.


Carmen Matute

Tucurú, de Arnoldo Ramírez Amaya

Carmen Matute (Guatemala, 1944) concibe la palabra poética como «modelo de espíritu frente a la violencia». El lenguaje es el medio para trascender la soledad, solidarizarse con los oprimidos y construir una nueva identidad femenina, crítica con los modelos convencionales.

PALABRAS

A veces huyo
por intricados caminos
construidos de palabras,
que me llevan
a los páramos de nadie.
Durante breves momentos
tiendo este precario puente
hacia los otros,
con las palabras
que me crecen como ramas
en la boca,
y me sacan de mi silueta
de animal desnudo.
Desde esta orilla solitaria
agito mis palabras mínimas
como banderas blancas
entregadas a un sueño,
y por algún tiempo
logro fugarme
en las palabras,
hermosas
como estrellas antiquísimas.

Círculo vulnerable, 1981.


Julio Herrera y Reissig

Las glicinas, de Pedro Blanes

«Eufocordias», «nocteritmias», «eglogánimas» o «estrolúminas» son algunos de los neologismos creados por Julio Herrera y Reissig (Uruguay, 1875-1910) para designar la variedad de registros de su poesía, que destaca por su audacia verbal y el gusto por lo espectral, lo anormal, lo onírico… 

ERES TODO!…

Oh, tú, de incienso místico la más delgada espira,
Lámpara taciturna y Ánfora de soñar!
Eres toda la Esfinge y eres toda la Lira
Y eres el abismático pentágrama del mar.

Oh, Sirena melódica en que el Amor conspira,
Encarnación sonámbula de una aurora lunar!
Toma de mis corderos blancos para tu pira,
Y haz de mis trigos blancas hostias para tu altar.

Oh, Catedral hermética de carne visigoda!
A ti van las heráldicas cigüeñas de mi Oda.
En ti beben mis labios, vaso de toda Ciencia.

Lírica sensitiva que la Muerte restringe!
Salve, noche estrellada y urna de quintaesencia:
Eres toda la Lira y eres toda la Esfinge!

1908. «Eufocordia» de la colección Los parques abandonados.


Juan Bonilla

Rooms, de Dionisio González

La poesía de Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966) transmite, con aparente desenfado, meditaciones profundas sobre la vida cotidiana y su falta de sentido, sobre la pérdida del amor, sobre la muerte… La ironía, el ingenio, los guiños a otros autores están muy presentes en sus versos.

LA AMBICIÓN DE GOTTFRIED BENN

Con un poema devolver a las tabernas al alcohólico
que hubiera prometido no probar nunca jamás el vino.
Con un poema hacer sentir el síndrome
de abstinencia a quien se hubiera jurado
no volver a inyectarse ni una gota de heroína.
Con un poema erguir en las entrañas de un amante
la certidumbre de que se destruye
cada vez que el amor le roba un gesto.
Con un poema hacer abandonar toda esperanza
a quienes sueñan con un mundo mejor.

Buscaba ese poema Gottfried Benn al final de su vida
y por fortuna para todos no consiguió encontrarlo.
Pero latiendo en su fracaso aún podemos oír ese rumor:
la poesía se propone pronunciar una verdad intolerable,
si sus palabras no te alcanzan de una manera física
–puñetazo en el hígado, en los labios mordisco, un vértigo en los ojos–
entonces no es más que onanismo.

El belvedere, 2002,


Manuel José Othón

Después de la orgía, de Fidencio Lucano Nava

La poesía del mexicano Manuel José Othón (1858-1906) expresa un sentimiento profundo, de fervor religioso, ante la grandiosidad de la naturaleza, en especial de las montañas de la altiplanicie mexicana. Su obra pertenece a la transición entre el romanticismo y el modernismo hispanoamericano.

INVOCACIÓN

No apartes, adorada Musa mía,
tu divino consuelo y tus favores
del alma que, nutrida en los dolores,
abrasa el sol y el desaliento enfría.

Aparece ante mí como aquel día
primero de mis jóvenes amores
y tu falda blanquísima con flores
modestas u olorosas atavía.

¡Oh, tú, que besas mi abrasada frente
en horas de entusiasmo o de tristeza,
que resuene en tu canto inmensamente

tu amor a Dios, tu culto a la Belleza,
alma del Arte, y tu pasión ardiente
a la madre inmortal Naturaleza!

Poemas rústicos, 1890-1902.