Categoría: Literatura dominicana

José Mármol

El poeta José Mármol (República Dominicana, 1960) concibe la poesía como artefacto de conocimiento e instrumento de salvación personal. Es, por su rigor estético e intelectual, uno de los más importantes renovadores de la poesía dominicana contemporánea.

ARTE POÉTICA

Oh llamado demoníaco del surtidor poético, no me abandones a la miseria yerma de la claridad. Apártame por siempre de lo fácil, lo tangible. En la oscuridad prolifera el asombro. Húndeme al tórrido gris de un mar llovido. Deja que me pierda en su armonía de furias. Dame otra vez de la locura el sueño y de la clarividencia el más ancho desvarío. Mantenme colgado de lo inimaginable. Apóyame del aire, así caigo en lo eterno. Clávame al madero de un verso apetecido, de una voluptuosa imagen de otra edad. Átame al dilema de cantar o pensar. Elévame, elévame, elévame y no me sueltes nunca al rumor de lo que es. Desanda con mi lengua los espacios invisibles. Di con mis palabras cuanto habrá de aparecer. Diseca con un verso la belleza del instante. Haz reír un ángel y que Dios me cele. Oh bestial, cortante llamado del tormento poético. Haz de la sospecha pasión de mi escritura; que converjan en mi verbo los idiomas y las pieles, y en las vibraciones espantosas de mi sangre todos los candores de la inocuidad. Haz de mi existencia un estallido, un soplo de vocales, una idea fragante, un ya nunca jamás. Oh monstruoso llamado del surtidor poético. Haz de cada sílaba un lenguaje nuevo y con árboles y piedras un mundo a tu deseo. Haz del no sido el es y del devenir un retornar sin freno. Condéname a todo, oh torrente mágico de la poesía, menos al viciado misterio de lo exacto. Haz que mis canciones sobrevuelen la breve infinitud del universo. Oh demoníaco, oh bestial, oh fecundo y verbal llamado del poema.

Lengua de paraíso, 1992.


Manuel del Cabral

La poesía del dominicano Manuel del Cabral (1907-1999) sigue dos direcciones: una exterior, preocupada por los problemas del continente americano; y otra esencial, en busca de las verdades últimas del ser.

POESÍA

Agua tan pura que casi
no se ve en el vaso agua.
Del otro lado está el mundo.
De este lado, casi nada…
Un agua pura, tan limpia
que da trabajo mirarla.

Tierra íntima, 1930-1954.


Antonio Fernández Spencer

El buhonero, de Ramón Oviedo

«Contar lo que en la vida sucede» es, en palabras del autor, lo que persigue la poesía de Antonio Fernández Spencer (República Dominicana, 1922-1995). La sencillez de su expresión contrasta con la profundidad metafísica que muchas veces alcanzan sus versos.

ARTE POÉTICA

Atentamente he meditado en todo
y con arte sutil hice vivir el mar en el poema
y la nave cargada de tesoro y la danza,
rostros de líneas entrevistas y muchachos
sudorosos que luchan en la arena.
He puesto en ese verso aquel deseo
que no he alcanzado nunca y el silencio
entre dos labios o en el movimiento de la nave.
Soy dichoso, porque con toque imperceptible
he vivido la vida en el poema.

El regreso de Ulises, 1968-70.


Franklin Mieses Burgos

Largo cubista, de Paul Giudicelli

El poeta dominicano Franklin Mieses Burgos (1907-1976) formó parte del grupo Poesía Sorprendida, que se manifestó a favor de una poesía nacional nutrida en lo universal. La atracción por el surrealismo, al mismo tiempo que por los metros tradicionales y populares, la sensualidad del trópico, la angustia existencial y la rebeldía política son algunas de las constantes de su poesía.

ESTA CANCIÓN ESTABA TIRADA POR EL SUELO

Esta canción estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
la hallaron unos hombres que luego me la dieron
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.

Yo entonces ignoraba que también las canciones,
como las hojas muertas caían de los árboles;
no sabia que la luna se enredaba en las ramas
náufragas que sueñan bajo el cristal del agua,
ni que comían los peces pedacitos de estrellas
en el silencio de las noches claras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
que eran todas posibles en la tierra del viento,
en donde la leyenda no es una hierba mala
crecida en sus riberas, sino un árbol de voces
con las cuales dialogan las sombras y las piedras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
cuando aún no era mía
esta canción que estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
pero ahora ya sé de las formas distintas
que preceden al ojo de la carne que mira,
y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,
en las ojeras largas que circundan la noche,
las diluidas sombras de los pájaros.

Torre de voces, 1929-36.


Pedro Mir

Merengue, de Jaime Colson

Pedro Mir (República Dominicana, 1913-2000) es un poeta de clara vocación popular. Bajo el magisterio de Whitman y Neruda, a los que rindió sentido homenaje, escribió sus mejores poemas, extensas composiciones, magníficamente orquestadas, en las que reflejó sus preocupaciones políticas.

VENDRÁN OTROS POETAS Y UNA JOVEN POESÍA…

Vendrán otros poetas y una joven poesía
jamás escrita o escuchada, completamente
insólita, íntegramente desencadenada
en maderas sonoras y piedras desconocidas,
en cristales inéditos y transparencias
únicas, de celulosa y derivados del petróleo,
construída por la nueva juventud y la nueva
ancianidad que mira hacia el futuro.
Desde ti, de tu madera de nave descubridora.
Vendrán otros poemas de amor y de alegría
de un ruego inesperado y esperanza absoluta
que tejerán las manos y serán muchas manos
que la alzarán al pueblo y serán muchos pueblos.
Y el idioma del mundo será esos poemas
que las doncellas bravas llevarán al mercado
para comprar con ellos metales inauditos
y goces increíbles y pájaros de fuego.

Huracán Neruda (fragmento), 1975.