Categoría: Literatura hondureña

Ramón Ortega

Paisaje, de Álvaro Canales

Ramón Ortega (1885-1932) es uno de los fundadores de la poesía hondureña. Sus poemas, de factura exquisita, son de temática intimista. Su obra poética participa de los moldes propios del posmodernismo.

SENSITIVA

Mi soneto no es como las orquídeas triunfales
que se abren a la sombra de tus tibios salones,
ni cual los crisantemos de frágiles puñales
que decoran el Sevres azul de tus jarrones.

Es más bien una planta de marchita verdura,
que repliega sus hojas si una mano la mueve;
si un aurífero rayo del buen sol la tortura;
si la agitan los soplos de la brisa más leve.

Así cuando divaguen tus augustas miradas
por este libro lleno de rimas perfumadas,
entre las que mi estrofa se desenvuelve esquiva,

mi soneto, al contacto de tu mano armoniosa,
y al sentir que le baña con tu lumbre gloriosa,
recogerá sus hojas como una sensitiva.

El amor errante, 1931.


Clementina Suárez

Vista de San Antonio de Oriente, de José Antonio Velásquez

La hondureña Clementina Suárez (1906-1991) cultivó la poesía erótico-amorosa, desde una perspectiva feminista y rebelde, y la poesía social.

COMBATE

Yo soy un poeta,
un ejército de poetas.
Y hoy quiero escribir un poema,
un poema silbatos,
un poema fusiles
para pegarlos en las puertas,
en las celdas de las prisiones,
en los muros de las escuelas.
Hoy quiero construir y destruir,
levantar en andamios la esperanza.
Despertar al niño,
arcángel de las espadas,
ser relámpago, trueno,
con estatura de héroe
para talar, arrasar,
las podridas raíces de mi pueblo.

Con mis versos saludo a las generaciones futuras, 1988.


Roberto Sosa

Los desposeídos, de Ezequiel Padilla

La del hondureño Roberto Sosa (1930-2011) es una poesía social, política y de protesta. Sin embargo, está libre de la retórica gracias a su inmediata apelación a la inteligencia del lector a través de la precisión de su diseño y la persuasión moral de su alegato.

ESTA LUZ QUE SUSCRIBO

Esto que escribo
nace
de mis viajes a las inmovilidades del pasado. De la seducción
que me causa la ondulación del fuego
igual
que a los primeros hombres que lo vieron y lo sometieron
a la mansedumbre de una lámpara. De la fuente
en donde la muerte encontró el secreto de su eterna juventud.
De conmoverme
por los cortísimos gritos decapitados
que emiten los animales endebles a medio morir.
Del amor consumado.
Desde la misma lástima, me viene.
Del hielo que circula por las oscuridades
que ciertas personas echan por la boca sobre mi nombre. Del centro
del escarnio y de la indignación. Desde la circunstancia
de mi gran compromiso, vive como es posible
esta luz que suscribo.

Un mundo para todos dividido, 1971.


José Antonio Domínguez

Los arqueros, de Pablo Zelaya Sierra

El Romanticismo dio algunos frutos tardíos en Honduras: es el caso del poeta José Antonio Domínguez (1869-1903), autor de excelentes sonetos, vigorosos y exaltados.

LA MUSA HEROICA

Si quieres que tu canto digno sea
de tu misión, del siglo y de la fama,
no derroches el estro que te inflama
en dulce pero inútil melopea.

Lanza las flechas de oro de la idea;
depón el culto de Eros y proclama
otro mejor; la lucha te reclama:
yérguete altivo en la social pelea.

No enerves tu vigor con el desmayo
del femenil deliquio; ya no es hora
de lágrimas y besos; doquier mira:

Hoy la estrofa compite con el rayo,
la inspiración es lava redentora y clava
en manos de Hércules la lira.


Óscar Acosta

Tres figuras, de Luis Hernán Padilla

El poeta hondureño Óscar Acosta (1933-2014) pertenece a la generación del 50, caracterizada por el deseo de renovación del lenguaje y por la búsqueda de bellas metáforas. Su poesía es de orientación intimista.

LITERATURA INNECESARIA

Tú no apareces en los libros, no tienes
jerarquía en la tinta, no puedes,
subir al monte de la palabra escrita,
al risco de la literatura.

Tú no sabes lo que es un hemistiquio,
un verso de pie quebrado,
dónde vivió Góngora y Argote,
quién era el Arcipreste.

Tú no figuras en ninguna décima,
en el agua liviana de un romance,
o en el oro de las octavas reales.

Ante tu poderío de mujer amorosa,
ante la realidad me duele
lo innecesario de la literatura.

Tiempo europeo, 1960.