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Eugenio Montale

El baño, de Fausto Pirandello

Para el italiano Eugenio Montale (1896-1981), la poesía es “una forma de conocimiento de un mundo oscuro que sentimos en torno de nosotros pero que en realidad tiene sus raíces en nosotros mismos”. Pesimismo filosófico y honda musicalidad se conjugan en sus versos.

LA POESÍA

1

La angustiosa cuestión
de si la inspiración se pergeña
en frío o en caliente no concierne
a la ciencia térmica.
El raptus no produce, el vacío no conduce,
no hay poesía en sorbete o a la leña.
Más bien parece cosa de palabras importunas
que tienen prisa de salir del horno
o del congelador. El hecho, en sí,
no es importante. Recién salidas miran
alrededor con aire de decirse:
¿qué estoy haciendo aquí?

2

Con horror
la poesía rechaza
las glosas de los escoliastas.
Pero no es cierto que la demasiado muda
se baste a sí misma
o al utilero que se ha tropezado
con ella sin saber
que él mismo era su autor.

Satura, 1962-1970. Traducción de Fabio Morábito.


Mario Luzi

Jinete, de Marino Marini

Mario Luzi (1914-2005) es uno de los más importantes representantes de la corriente hermética en Italia. En su obra, que aúna poesía y pensamiento, continuamente aparecen interrogaciones y elipsis, que reflejan las incertidumbres del escritor ante la realidad y sus metamorfosis.

¿DÓNDE ME LLEVAS, ARTE MÍO…?

¿Dónde me llevas, arte mío,
a qué remoto
desértico territorio
de repente me arrojas?

¿A qué paraíso de salud,
de luz y libertad,
arte, mediante hechizo me escoltas?

¿Mío? no es mío este arte,
lo practico, lo afino,
le abro las reservas
humanas del dolor,
divinas me provee
él de ardor
y de contemplación
en los cielos en los que me adentro…

¡Oh mi indescifrable condición,
mi insostenible encarnación!

«Él, su arte», en Viaje terrestre y celeste de Simone Martini, 1994. Traducción de Pedro Luis Ladrón de Guevara.


Giuseppe Ungaretti

La espera en el jardín, de Alberto Magnelli

Giuseppe Ungaretti, poeta italiano nacido en Alejandría (1888-1970), fue uno de los iniciadores del hermetismo. Tras la guerra, su poesía se vuelve más reflexiva y profundiza en la dramática condición del hombre. En sus últimos libros, se esfuerza por recuperar la tradición lírica italiana. Su obra completa se publicó en 1977 con el título de Vida de un hombre.

POESÍA

Los días y las noches
tocan
en mis nervios
de arpa

vivo de mi alegría
enferma de universo
y sufro
por no saberla
encender
en mis
palabras.

Sagrado, 28 de noviembre de 1916

Vida de un hombre, 1977. «Poesías dispersas». Traducción de Giovanni Cantieri.


Salvatore Quasimodo

Crucifixión, de Renato Guttuso

La poesía del italiano Salvatore Quasimodo (1901-1968) supo combinar el más intenso lirismo, de raíz mediterránea, con el compromiso y con la fidelidad a los problemas más vivos de su tiempo.

LA POESÍA

Una noche en que la nieve adormecía ángeles sobre las cumbres
y, sobre los tejados, derramaba crisantemos,
quizá, al lado de mi cuerpo frío, buscó calor,
desnuda como todas las canciones de los nómadas,
pura como todas las rosas de los huertos desconocidos,
donde las rugosas glebas y los búcaros de las flores blancas
ofrecen rocío a los pájaros sedientos.

Acaso, siempre había estado a mi alrededor,
en mi casa de frágil soñador,
abierta a las estrellas cenicientas
que desde el cielo traen los besos de los niños muertos sin amor.

Ahora, es como un incensario de ágata purísima
que arde entre las columnas de la habitación de amatista,
donde la hora matutina, huyendo de mis besos de Nocturno,
dejó el amor y el llanto de todos los caminos del mundo.

Arde, y el incienso es sonrisa de muchacha,
arde y el hachís es caricia de boca
sobre los pechos de una mujer perfecta.

En la hora en que las luciérnagas se encienden
sobre los vaporosos cristales de los castillos encantados,
y las canciones del sueño tienen cadencias de estrellas,
sumisamente, besándonos en los ojos,
recitamos el Cántico del sol,
nuestra plegaria del crepúsculo,
que nos abre las puertas azules del sueño.

Ella me enseñará a hablar en la oscuridad;
mis canciones no tienen sol,
como el rebaño que, sonando sus esquilas,
a las fuentes desciende con las cabezas inclinadas.

Besa el umbral de tu casa, h. 1920 (publicado en 1981). Traducción de Antonio Colinas.