Mosaico románico de la abadía de Ganagobie, en Provenza

Bernart de Ventadorn, poeta provenzal, que produjo entre 1145 y 1170, es generalmente considerado el mejor de los trovadores y uno de los más altos poetas amorosos. En la canción ofrecida, la reflexión sobre el amor se enmarca dentro de la reflexión en torno a la creación poética.

POCO PUEDE VALER EL CANTAR…

Poco puede valer el cantar si el canto no surge de dentro del corazón, y el canto no puede surgir del corazón si en él no hay leal amor cordial. Por esto mi cantar es perfecto, porque tengo y empleo la boca, los ojos, el corazón y el juicio en el gozo de amor.

Que nunca me dé Dios la posibilidad de que no tenga deseo de amor. Aunque supiera que con el amor no hubiera de conseguir nada, sino que diariamente me llegara daño, por lo menos siempre tendría corazón noble; y estoy mucho más gozoso porque tengo corazón noble y en él persevero.

La gente necia maldice del amor por ignorancia; pero no le perjudica, porque el amor no puede decaer, si no es el amor común. Esto no es amor; sólo tiene su nombre y su apariencia, pues no ama si no recibe recompensa.

Si quisiera decir la verdad, yo sé bien de quién surge el engaño: de aquellas que aman por dinero, y son venales mercaderas. ¡Ojalá fuese yo mentiroso y falso, pero digo duramente la verdad, y me apesadumbra no mentir!

El amor de dos leales amadores está en agradar y en querer. Nada puede ser provechoso si la voluntad no es igual. Y es bien necio por naturaleza quien reprende a su dama por lo que ella quiere y le elogia lo que no le es agradable.

Muy bien ha colocado mi buena esperanza cuando me muestra el bello rostro aquella que yo más anhelo y más deseo ver: generosa, dulce sincera y leal, con quien el rey sería feliz. Hermosa, graciosa, con cuerpo agradable, de nada que era me ha hecho ricohombre.

No amo ni puedo temer ninguna otra cosa; ni nada ya me sería afanoso con tal que ello pluguiera a mi señora; me parece Navidad el día aquel en que me mira con los bellos ojos espirituales; pero lo hace tan raramente que un solo día me dura tanto como ciento.

El verso es auténtico y perfecto, y bueno para aquel que bien lo entiende, y es mejor para quien espera el gozo.

Bernart de Ventadorn lo entiende, lo dice, lo hace y espera el gozo.

Traducción de Martín e Isabel de Riquer.