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Diego Hurtado de Mendoza

Santa Catalina, de Fernándo Yáñez de la Almedina

El poeta granadino Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575) cultivó al mismo tiempo la poesía tradicional y la italianista. Es autor de memorables redondillas y villancicos. Compuso el primer metasoneto de la literatura española.

PEDÍS, REINA, UN SONETO; YA LE HAGO…

Pedís, Reina, un soneto; ya le hago;
ya el primer verso y el segundo es hecho;
si el tercero me sale de provecho,
con otro verso el un cuarteto os pago.

Ya llego al quinto; ¡España! ¡Santiago!
Fuera, que entro en el sexto. ¡Sus, buen pecho!
Si del séptimo salgo, gran derecho
tengo a salir con vida de este trago.

Ya tenemos a un cabo los cuartetos;
¿Qué me decís, Señora? ¿No ando bravo?
Mas sabe Dios si temo los tercetos.

Y si con bien este soneto acabo,
nunca en toda mi vida más sonetos;
ya de este, gloria a Dios, he visto el cabo.


Vittoria Colonna

Sibila délfica, de Miguel Ángel

De las Rimas de Vittoria Colonna (1490-1547) se hicieron hasta diecinueve ediciones solo en el siglo XVI. Su poesía amorosa llora la pérdida de su marido, que murió luchando en el ejército de Carlos V. También cultivó la poesía religiosa y la política.

SOLO ESCRIBO PARA ALIVIAR EL DAÑO…

Solo escribo para aliviar el daño
que suele al pecho enviar la luz del mundo
y no para alumbrar a mi sol bello
al claro espíritu y al honrado despojo.

Justa razón a lamentar me lleva,
a doler que su gloria yo decrezca;
con otra pluma y palabras más sabias
hay que a la muerte arrebatar su nombre.

La pura fe, el ardor, la intensa pena
todos a mí me excusen, que el gran llanto
es tal, que tiempo ni razón lo frenan.

Amargo lagrimar, no dulce canto,
foscos suspiros que no voz serena
no de estilo mas de dolor presumo.

Rimas, 1538. Traducción de María Cinta Montagut.


Joachim du Bellay

Eva Prima Pandora, de Jean Cousin, el mayor

Dentro del grupo de La Pléyade, destaca por su originalidad el francés Joachim du Bellay (1522-1560), maestro del soneto: en su poesía, el culturalismo adelgaza, para dejar sitio a la confidencia íntima y a los acentos elegíacos.

NO QUIERO ESCUDRIÑAR DE LA NATURA EL FONDO…

No quiero escudriñar de la natura el fondo,
no quiero rebuscar la esencia universal,
no quiero sondear los abismos cubiertos,
ni dibujar del cielo la hermosa arquitectura.

No pinto yo mis lienzos con tan rica pintura,
y argumentos tan altos no los busco en mis versos:
Mas del lugar siguiendo los accidentes varios,
sea del bien o del mal, escribo a la ventura.

A mis versos les lloro, si tengo una tristeza:
y me río con ellos y les cuento el secreto,
pues son del corazón muy fieles secretarios.

Así es que no pretendo peinarlos o adornarlos,
ni con sonoros nombres los quiero disfrazar
sino de notas íntimas o propios comentarios.

Lamentaciones, 1558. Traducción de Luis Antonio de Villena.


Thomas Wyatt

Retrato de Ana Bolena, anónimo

El poeta y diplomático inglés Thomas Wyatt (1503-1542), tras su primer viaje a Italia, en 1527, se convierte al petrarquismo. Desde entonces, se esforzará por adaptar los motivos y las formas métricas de la poesía italiana a la lengua inglesa.

SOBRE PALABRAS ENGAÑOSAS

Dondequiera que un hombre las buscase
siempre hermosas palabras hallaría;
tan asequibles son que nada valen,
pues viento solamente es su sustancia.
Eso sí: voces bellas y juiciosas…
armonía tan dulce ¿cuándo es vista?

Epigramas. Traducción de Paco García.


Luís Vaz de Camões

La gran aportación de la literatura portuguesa a la épica culta del Renacimiento es Os Lusíadas, de Luís Vaz de Camões (h. 1524-1580), de quien también se conservan sonetos y canciones de estilo petrarquista.

YO CANTARÉ DE AMOR TAN DULCEMENTE…

Yo cantaré de amor tan dulcemente,
con términos en sí tan concertados
que dos mil síntomas de amor padezca
el insensible pecho que no siente.

Conseguiré que amor conmueva a todos,
pintando mil secretos delicados,
lastimeros suspiros, blandas iras,
temerosa osadía y pena ausente.

También, Señora, del desprecio honesto
de vuestro mirar dulce y riguroso
me contenta decir la menor parte.

Pero, si he de cantar de vuestro rostro
la hermosura elevada, milagrosa,
aquí falta saber, ingenio y arte.

Rimas, 1595. Traducción de Paco García.