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Nelly Sachs

Sinagoga en el campo, de Felix Nussbaum

La poeta alemana Nelly Sachs (1891-1970) escribió en el exilio su obra poética de madurez, un lamento que brota del padecimiento del pueblo judío y en el que encontramos resonancias de los Profetas, los Salmos, la Torá y las leyendas del jasidismo.

EN EL PAÍS DE ISRAEL

No cantos de lucha os quiero entonar,
hermanos, expósitos ante las puertas del mundo.
Herencia de los liberadores de luces, que de la arena
arrancaron los rayos sepultados
de la eternidad.
Que en sus manos mantuvieron
astros brillantes como trofeos de victoria.

No canciones de lucha
os quiero cantar,
amados,
sólo calmar la sangre
y las lágrimas, congeladas en las cámaras de muerte,
deshelarlas.

Y los recuerdos perdidos buscan
los que a través de la tierra proféticos huelen
y duermen sobre la piedra
donde los bancales de los sueños arraigan
y la escalera de la nostalgia
que a la muerte sobrepasa.

Eclipse estelar, 1949. Traducción de José Luis Reina Palazón.


Eugenio Montale

El baño, de Fausto Pirandello

Para el italiano Eugenio Montale (1896-1981), la poesía es “una forma de conocimiento de un mundo oscuro que sentimos en torno de nosotros pero que en realidad tiene sus raíces en nosotros mismos”. Pesimismo filosófico y honda musicalidad se conjugan en sus versos.

LA POESÍA

1

La angustiosa cuestión
de si la inspiración se pergeña
en frío o en caliente no concierne
a la ciencia térmica.
El raptus no produce, el vacío no conduce,
no hay poesía en sorbete o a la leña.
Más bien parece cosa de palabras importunas
que tienen prisa de salir del horno
o del congelador. El hecho, en sí,
no es importante. Recién salidas miran
alrededor con aire de decirse:
¿qué estoy haciendo aquí?

2

Con horror
la poesía rechaza
las glosas de los escoliastas.
Pero no es cierto que la demasiado muda
se baste a sí misma
o al utilero que se ha tropezado
con ella sin saber
que él mismo era su autor.

Satura, 1962-1970. Traducción de Fabio Morábito.


Boris Pasternak

Ejecución en Babiy Yar, de Felix Lembersky

El ruso Boris Pasternak (1890-1960), autor de una de las grandes novelas de la literatura rusa del siglo XX, Doctor Zhivago, fue un destacado poeta, que rehuyó las consignas del realismo socialista, y apostó por una poesía profundamente subjetiva, expresión de su particular visión de la naturaleza y la historia.

DEFINICIÓN DE LA POESÍA

Es un silbido que de súbito vuela.
Es un crujido de apretados hielos.
Es la noche, la hoja que se hiela.
Es de dos ruiseñores un duelo.

Es un dulce guisante abandonado,
es lágrima de universo en la vainita,
es que de pupitres y de flautas Fígaro
tal granizo en el bancal se precipita.

Todo lo que en la noche necesita encontrar
en los profundos fondos de las pozas,
para llevar la estrella hasta el vivar
en sus húmedas palmas tenebrosas.

Más plano que una tabla en el agua – el bochorno.
Se desploma como un aliso la bóveda estelar.
Quizás les vaya a las estrellas carcajear en torno.
O lo contrario, que el universo sea – mudo lugar.

En «Ejercicios de Filosofía», Mi hermana la vida (1917-22). Traducción de José Luis Reina Palazón.


Saint-John Perse

Cerca del mar, de Paul Gauguin

El poeta francés Saint-John Perse (1887-1975) nació en la isla de Guadalupe, en Las Antillas. Ambicionó convertirse en el “poeta de la exaltación marina”. Sus versos, amplios, majestuosos y sonoros, repletos de referencias simbólicas y míticas, recuerdan los versículos bíblicos.

POESÍA PARA ACOMPAÑAR LA MARCHA DE UNA DECLARACIÓN EN HONOR DEL MAR…

Poesía para acompañar la marcha de una declaración en honor del Mar.
Poesía para ayudar al canto de una marcha a todo alrededor del Mar.
Como la empresa de dar vueltas al altar y la gravitación del coro en el circuito de la estrofa.

Es un canto de mar como nunca fue cantado, pues es el Mar en nosotros quien lo cantará:
El Mar, llevado en nosotros, hasta la consumación del aliento y la peroración del aliento.
El Mar, en nosotros, llevando su sedoso rumor de alta mar y su inmensa frescura de fortuna por el mundo.

Poesía para calmar la fiebre de una velada en un periplo de mar. Poesía para vivir más intensamente nuestra velada entre las delicias del mar.
Y es un sueño de mar como nunca fue soñado, pues es el Mar en nosotros quien lo soñará:
El Mar, tejido en nosotros, hasta en sus zarzas abismales, el Mar, en nosotros, tejiendo sus grandes horas de luz y sus grandes pistas de tinieblas?

El Mar, todo licencia, todo nacimiento y todo contricción, el Mar, en su aflujo de mar.
En la afluencia de sus burbujas y en la infusa sabiduría de su leche, ah, en la ebullición sagrada de sus vocales ?¡las santas hijas! ¡las santas hijas!?
El Mar mismo todo espuma, como Sibila en flor sobre su silla de hierro…

“Invocación, III”, en Amers, 1957. Versión de Manuel Álvarez Ortega.


William Butler Yeats

Rose, Shamrock, y Thistle, de George W. Joy

La poesía del irlandés William Butler Yeats (1865-1939) cantó en sus comienzos los mitos antiguos de Irlanda con un lenguaje musical exquisito. Luego, abandonó los excesos ornamentales buscando una poesía más desnuda.

A LA ROSA QUE ESTÁ SOBRE LA CRUZ DEL TIEMPO

¡Rosa roja, orgullosa Rosa, triste Rosa de mis días!
Acércate mientras canto antiguas tradiciones:
Cuchulain combatiendo con la fiera marea,
el canoso Druida, criado en el bosque, de ojos calmos,
que sumió en sueños a Fergus, y en la ruina,
y tu propia tristeza, de la que las estrellas, envejecidas
de bailar con sandalias de plata sobre el mar,
cantan con su alta y solitaria melodía.
Acércate: que, no cegado ya por el destino humano,
bajo las ramas del amor y el odio hallo
en cuantas cosas necias viven sólo un día,
la belleza eterna, errante en su camino.

¡Acércate, acércate, mas deja
un hueco con que llenar tu aliento!
Para no oír más cosas vulgares que imploran,
la larva que se oculta en su agujero,
el ratón que junto a mí cruza la hierba
y esperanzas mortales que se afanan y pasan;
sino que sólo busque las extrañas cosas dichas
por Dios a los que han muerto ya hace mucho
y aprenda a cantar con una lengua ignota.
Acércate; quiero, antes que mi tiempo acabe,
cantar a la vieja Eire y sus leyendas.
¡Rosa roja, orgullosa Rosa, triste Rosa de mis días!

La rosa, 1893. Traducción de Antonio Rivero Taravillo.