Categoría: Literatura hispanoamericana

Ramón Ortega

Paisaje, de Álvaro Canales

Ramón Ortega (1885-1932) es uno de los fundadores de la poesía hondureña. Sus poemas, de factura exquisita, son de temática intimista. Su obra poética participa de los moldes propios del posmodernismo.

SENSITIVA

Mi soneto no es como las orquídeas triunfales
que se abren a la sombra de tus tibios salones,
ni cual los crisantemos de frágiles puñales
que decoran el Sevres azul de tus jarrones.

Es más bien una planta de marchita verdura,
que repliega sus hojas si una mano la mueve;
si un aurífero rayo del buen sol la tortura;
si la agitan los soplos de la brisa más leve.

Así cuando divaguen tus augustas miradas
por este libro lleno de rimas perfumadas,
entre las que mi estrofa se desenvuelve esquiva,

mi soneto, al contacto de tu mano armoniosa,
y al sentir que le baña con tu lumbre gloriosa,
recogerá sus hojas como una sensitiva.

El amor errante, 1931.


José Pérez Olivares

Ideal, de Gustavo Acosta

La poesía de José Pérez Olivares (Cuba, 1949) es una suerte de parábola moral sobre la condición humana. Su faceta de pintor se refleja en la belleza plástica de sus versos.

ALTERACIONES EN EL ORDEN DE LAS COSAS

Me gustan los poemas que salen de la sombra y relumbran,
esos poemas hechos con la seda de fantasmas,
con los enigmas de ciudades que cayeron vencidas por la noche.
Me gustan aquellos versos húmedos
como labios que destellan y murmuran sus desastres
de terrible inocencia.
He abierto de par en par mis palabras.
A través de ellas se evaden las profecías del tiempo;
a través de ellas se evaden las siluetas de amados cuerpos.
Sólo queda el mar con su oleaje transparente;
sólo queda el ansia del converso,
la huella del animal sediento de luz.
Prepárate a sentir el goce de antiguas agitaciones.
Prepárate a saborear aéreas texturas
que bajan del centro de ese estado de lucidez.
Algo nos convoca y nos reúne,
algo espejea allá abajo, donde no puedes ver.
Yo quisiera asir delgadas estructuras
y nombrar todo cuanto asedia;
quisiera dibujar con el dedo un nombre que palpite en el viento.
Llegan despacio las viejas doncellas de tu edad.
Llegan los delfines
y se instalan suavemente en las pupilas del insomne.
Quién eres tú que abres una puerta y te escondes,
tú que inauguras centellas y ardes como una brasa en la ceniza.
He palpado el gran sueño,
el gran sueño que decapita
la ciega realidad de los vencidos.
También he palpado los frutos de oro del árbol milenario
y tengo el sueño y el anhelo de fatales estaciones.
Háblame de aquel espejo de dos caras;
rompan los escudos de amianto, esas leves y exactas profecías.
Escribir es tocar a plenitud el lado oscuro de las cosas,
escribir es lanzar un garfio
contra el galeón enemigo.
Escribir es hacer flamear una espada
en el instante en que los perros ladran a la luna.

Cristo entrando en Bruselas, 1993.


Ida Vitale

Dama, de Óscar García Reino

La poesía de Ida Vitale (Uruguay, 1923) huye de la efusión sentimental y del esteticismo retórico para indagar con precisión e inteligencia en la realidad que la rodea.

LA PALABRA

Expectantes palabras,
fabulosas en sí,
promesas de sentidos posibles,
airosas,
aéreas,
airadas,
ariadnas.

Un breve error
las vuelve ornamentales.
Su indescriptible exactitud
nos borra.

Oídor andante, 1972.


José Luis Vega

Monstera deliciosa, de Eduardo Ferraioli

José Luis Vega (Puerto Rico, 1948) fundó en 1972 la revista Ventana, que marca el alejamiento deliberado de la poesía social entonces en boga, a favor de una poesía más íntima y más atenta a sí misma.

BAJO LOS EFECTOS DE LA POESÍA

Bajo los efectos de la poesía
es posible viajar a la velocidad del pensamiento,
mirar el mundo entero flamear,
tocar con la punta de la lengua las estrellas,
soñar con la justicia universal.

Bajo los efectos de la poesía,
usted no es responsable de sus actos:
hablará en lengua extraña,
hará cópulas públicas,
cabalgará centauros.

Bajos los efectos de la poesía,
se ven blancas galaxias expandiéndose
en el ojo de la cerradura
y violines viejísimos
mudando el polvo de sus plumas.

No importa cuál sea su pasión,
fe, raza, sexo edad
o ensoñación política,
no debe avergonzarse de volar
bajo los efectos de la poesía.

Bajo los efectos de la poesía, 1989.


Manuel Scorza

Gallinas, de Víctor Delfín

En la poesía del peruano Manuel Scorza (1928-1983) caben la imagen tradicional y la surrealista, la exaltación épica y la intimidad lírica, lo social y lo amoroso.

EPÍSTOLA A LOS POETAS QUE VENDRÁN

Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
tal vez mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas
eran largas avenidas
por donde venía la ardiente cólera.

Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.

Mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
mi corazón no sonreirá.

Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas más altas
que llorar amores perdidos:
el rumor de un pueblo que despierta
¡es más bello que el rocío!
El metal resplandeciente de su cólera
¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre
¡es más puro que el diamante!

El poeta libertará al fuego
de su cárcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
donde se queme este mundo sombrío.

Las imprecaciones, 1955.