Categoría: Literatura hispanoamericana

David Turkeltaub

Joven leyendo, de Adolfo Couve

El chileno David Turkeltaub (1936-2008), editor de algunos de los mejores poetas contemporáneos de su país, traductor de poesía y original poeta al mismo tiempo, escribe acerca de cuestiones políticas y filosóficas, con un lenguaje imaginativo y un tono repetitivo, cercano a la canción popular.

LA POESÍA SIRVE PARA TODO

La poesía sirve para todo: reemplaza a la anestesia
donde el dentista, y no produce efectos secundarios.
En dosis muy concentradas (p. ej. Keats + Vallejo) puede dar escalofríos en
[la médula espinal,
estremecimientos, palidez
y una sensación de pisar en el vacío.
En esos casos se recomienda dejar una flor seca entre las hojas
señalando al culpable –hasta que otra alma piadosa
de aquí a cien años
arriesgue el pellejo en la aventura.

Ganymedes /6, 1980.


Alejandra Pizarnik

Ángel de la noche, de Víctor Chab

La desesperanza, el sentimiento de orfandad, la intensidad desgarradora son constantes en la poesía de la argentina Alejandra Pizarnik (1936-1973). Sus imágenes, oníricas, virulentas, provocan un violento sacudimiento interior en los lectores.

POEMA A MI PAPEL

leyendo propios poemas
penas impresas trascendencias cotidianas
sonrisa orgullosa equívoco perdonado
es mío es mío es mío!!
leyendo letra cursiva
latir interior alegre
sentir que la dicha se coagula
o bien o mal o bien
extrañeza de sentires innatos
cáliz armonioso y autónomo
límite en dedo gordo de pie cansado y
pelo lavado en rizosa cabeza
no importa:
es mío es mío es mío!!

La tierra más ajena, 1955.


Isabel de los Ángeles Ruano

Él no la veía como, de Luis González Palma

Para Isabel de los Ángeles Ruano (Guatemala, 1945), la poesía es el núcleo de la existencia, la expresión máxima del alma, un escalón que nos aproxima a lo divino.

ALAS, TENGO ALAS EN LA LENGUA…

Alas, tengo alas en la lengua,
mi cuerpo está cubierto de alas,
son miles de alas que me crecen,

una multitud de pequeñas alas sonoras.

Mis palabras son alas blancas,
alas, alas de espuma o nube,
alas tremendas que me cubren, que me laceran.

Y sin embargo no vuelo con mis alas.

Alas de mis Ángeles,
dulces alas que me renuevan,
alas tristes con que me envuelvo,
aladas alas por las que vivo.

Soy un árbol de alas
con alas que me brotan como hojas,
con hojas muertas que me vuelan como alas.

Soy un mar de alas,
un cielo de alas que resuenan.

Alas de mi nombre,
sinfonía de alas en mí misma.

¡Cómo suenan mis alas!

¡Cómo intentan mis alas batir el vuelo!
¿Cómo estoy en la tierra con mis alas a cuestas?
¡Cómo estoy en el viento sin volar con mis alas!

Soy un ala gigante,
soy millones de alas minúsculas,
soy un porvenir, un destino de alas,
y junto al infinito de mis alas peregrinas
pronuncio esta oración de alas aleteantes
para redimirme en nombre de esas alas sonoras.

«Alas de mi nombre, 1», en Cariátides, 1967.


Jorge Enrique Adoum

La lavandera, de Eduardo Kingman

En la poesía de Jorge Enrique Adoum (1926-2009), arraigada en la historia de su Ecuador natal, la voluntad de denuncia crítica no está reñida con la exploración en el habla coloquial y la investigación verbal más reveladora y audaz.

POÉTICA A DOS VOCES

Aves corola que deshoja sin preguntar el viento
“–…vinieron en la noche, derribaron la puerta…”
por sus propios colores perseguidas
“–…hirieron al hermano y quemaron los libros…”
con las alas mojadas en estanques de altura
“–…bajaron a registrar hasta abajo del suelo…”
flechas del paraíso clavadas a su aliento
“–…rompieron los retratos, desgarraron mis ropas…”
las lineales celosas ahogadas del aire
“–…entre caballos se llevaron al marido…”
otoños en exilio forasteras del tiempo
“–…le colgaron de los dedos quebrándole las manos…”
guareciendo su pluma en bodas de algodones
“–…le han dejado con los pies en agua helada…”
amor que se adormece en la ola del vuelo
“–…ha muerto y lo enterraron no sé en donde…”
con burbujas de nube entre los remos
“–…hoy se llevaron ya hasta a los niños…”

Yo quería añadir: Su orden de aluminio…
Pero no puedo, pero no me dejan
y no quiero y me callo.
Tal vez matarlos es ahora el poema más puro.

Yo me fui con tu nombre por la tierra, 1964.


Rodrigo Lira

Sin título, de Samy Benmayor

La poesía del chileno Rodrigo Lira (1949-1981) se caracteriza por la introducción del habla y de lo coloquial en el discurso poético, el humor negro y la intertextualidad.

SERMÓN DE LOS HOMBRECITOS MAGENTAS

para D. T
el burro y la muerte se desnudan

No te olvides del lector, po
po
Poe
ta: el lector de poesía
es el más exigente inteligentísimo
culto preparadísimo!
La poesía no es para cualquiera y no
cualquiera escribe al óleo con el pincel
de Francis Bacon. Reconoce el límite de tus
posibilidades. Limítate a la acuarela,
en tus comienzos. Abocetea, con
delicadeza. Filtra, tamiza,
depura. Explora tu veta
sin brocear tu mina.
El sonido está en
la letra. La voz, el escritor, se te da por
añadidura.
No recargues. Nada de volteretas
de volatinero, rien de pirotecnia.
La torta de letras no precisa crema.

No pulses tu lira por monedas de oro o
bronce (proverbio japonés)

Habrás de tomar en cuenta
lo de siempre: la Luna las flores la muerte
la tristeza. La doble articulación,
el inasible equilibrio entre vómito
y estilo, las mujeres de palabras (la Diosa),
las Musas las figuras los recursos: lo
de Siempre, en odres otros. Medita
tus versos siete veces, y tu Verbo
cuarenta veces siete. Suma dos
más dos; descuenta
el IVA!

Proyecto de obras completas, 1984.