
Mariano Brull (Cuba, 1891-1956), tras una breve incursión en el intimismo posmodernista, sometió su poesía a una profunda depuración intelectual, siguiendo el modelo de Mallarmé y Valéry. La poesía (”Verdehalago”), entendida como puro juego sonoro (Brull es el creador de la jitanjáfora), se propone como medio de evasión de la realidad hostil (”Mundodolido”).
AMAR LO DELICADO Y OTOÑAL…
Amar lo delicado y lo otoñal,
el arte antiguo, la canción de ayer;
la clara transparencia del cristal
como una forma espiritual de ser.
Amar la gracia añeja del rosal
y en rosas nuestro ensueño florecer.
Para lo bello ser sensible, igual
que un alma sensitiva de mujer.
Vivir una emoción en cada cosa,
y una fruición benigna y amorosa
en todo afín espíritu dejar…
Y ver las cosas con el narcisismo
de hallar en todo el alma de uno mismo
y en todo el alma de uno mismo amar.
«Recitación a solas, I», La casa del silencio, 1916.



