Categoría: Literatura ecuatoriana

José Antonio Falconí Villagómez

Lironda 2, de Araceli Gilbert

José Antonio Falconí Villagómez (1895-1967) es uno de los poetas introductores de la renovación vanguardista en Ecuador. Su “Arte Poética (Nº 2)”, de 1921, es una especie de manifiesto dadaísta ecuatoriano. Su poesía posterior se inscribe, sin embargo, dentro del posmodernismo simbolista.

ARTE POÉTICA (Nº 2)

Como la rosa de los vientos sea tu musa
atenta al alisio del Norte
voltaica, dinámica, ultracósmica,
como al viento venido del Austro,
cuya brújula mire hacia un Polo
y al otro;
más allá de los límites cardinales,
de las latitudes remotas,
de los meridianos terrestres
y de los equinoccios.

Y tú, Poeta, sé la antena
que recoja las vibraciones del Cosmos
espectacular y polifónico
como el órgano de una Catedral.
Y canta todo lo que veas
sobre la tierra, digno y loable
de acuerdo con una personal estética,
pasando por la Venus rubia
y la hotentote calipgia…

Y sé también un poco enciclopédico
y otro poco cosmopolita,
para hablar el universal lenguaje
con todas las sirenas del Mundo
y olvídate de la Retórica
de la Academia y la señora Polilla
porque ya no hay gramáticos en el Orbe
y los últimos románticos
murieron en Flandes o en las Argonas
o en otro cualquier lugar de Europa,
luchando por esto o aquello
para que triunfe Artropos.
Así, pues, arroja tus dados al aire,
Poeta dadaísta,
sin que te importe el prójimo una higa
pues asistes a tu propio espectáculo
sin cobrar tarifa.
Y que rujan los Zoilos y Sanchos,
los “estupendos críticos”
que te miran con ojos oblicuos
y por toda respuesta, regálales,
de vez en cuando,
como miel hiblea
o una esencia sutil por gotas,
la palabra eficaz y oportuna,
talismánica y heroica
de Cambronne.

1921. El surtidor armónico, 1956.


Jorge Carrera Andrade

Ternura, de Oswaldo Guayasamín

La poesía de Jorge Carrera Andrade (Ecuador, 1902-1978), rica en metáforas descriptivas, es un intento de restablecer la rota unión del hombre con la naturaleza. Por su vocación indigenista y, al mismo tiempo, su interés por las vanguardias, Gabriela Mistral calificó esta poesía como «indofuturista».

INVOCACIÓN FINAL A LA PALABRA

Palabra:
que seas
almendra
sin cáscara.

O pomo
de esencia,
moneda
de oro.

Celdilla
de abeja:
encierra
la vida.

Abeja:
fabrica
delicias
eternas.

Sé alondra
del alba,
no momia
ni lápida.

No seas
fantasma
o jaula
de niebla.

Sé espejo:
refleja
la tierra
y el cielo.

O cuerno
de caza:
levanta
los ciervos
del alma,

las cosas
del mundo
más puro
sin sombras.

Sé aljaba
de flechas
certeras,
Palabra,

pintura
con fondo,
no adorno
de espuma.

Sé forma
ceñida,
sortija
de boda.

Exacta
medida
del mundo:
Palabra.

Nuevos poemas, 1963.


César Dávila Andrade

Identidad, de Leonardo Tejada

El ecuatoriano César Dávila Andrade (1919-1967) hizo de la geografía andina un estremecedor espectáculo verbal. En sus versos se manifiesta su interés por lo esotérico y lo místico.

POESÍA QUEMADA

Entre las obras puras, nada que hacer. Tampoco
entre las Ánimas o las Ruinas.

El Poema debe ser extraviado totalmente
en el centro del juego, como
la convulsión de una cacería
en el fondo de una víscera.
Y reír de sí mismo
con el costillar del ventisquero.

Sólo lejos de ti, en el milagro
de no encerrar cordero en el pan de cada día.
Y nada que se asemeje
al punzante abalorio de los cítricos.

Me tentaré lejos de Dios, mano a mano,
a mí mismo,
con la sinceridad hambrienta del perro
que duerme temblando
sobre el pan enterrado por su madre.

¡Y te quemaré en mí, Poesía!
En ladrillos de venas de amor, te escribiré
empapándote profundamente.

¡Luego
vendrá el sol y te extraerá con los colmillos!

En un lugar no identificado, 1962.


Jorge Enrique Adoum

La lavandera, de Eduardo Kingman

En la poesía de Jorge Enrique Adoum (1926-2009), arraigada en la historia de su Ecuador natal, la voluntad de denuncia crítica no está reñida con la exploración en el habla coloquial y la investigación verbal más reveladora y audaz.

POÉTICA A DOS VOCES

Aves corola que deshoja sin preguntar el viento
“–…vinieron en la noche, derribaron la puerta…”
por sus propios colores perseguidas
“–…hirieron al hermano y quemaron los libros…”
con las alas mojadas en estanques de altura
“–…bajaron a registrar hasta abajo del suelo…”
flechas del paraíso clavadas a su aliento
“–…rompieron los retratos, desgarraron mis ropas…”
las lineales celosas ahogadas del aire
“–…entre caballos se llevaron al marido…”
otoños en exilio forasteras del tiempo
“–…le colgaron de los dedos quebrándole las manos…”
guareciendo su pluma en bodas de algodones
“–…le han dejado con los pies en agua helada…”
amor que se adormece en la ola del vuelo
“–…ha muerto y lo enterraron no sé en donde…”
con burbujas de nube entre los remos
“–…hoy se llevaron ya hasta a los niños…”

Yo quería añadir: Su orden de aluminio…
Pero no puedo, pero no me dejan
y no quiero y me callo.
Tal vez matarlos es ahora el poema más puro.

Yo me fui con tu nombre por la tierra, 1964.


Sonia Manzano

Nocturno, de Pilar Bustos

La poeta y narradora ecuatoriana Sonia Manzano (1947) pretende llevar el grito y la lucha de las mujeres a la literatura. Con un lenguaje provocador, deudor de la antipoesía, se atreve a tratar temas tradicionalmente considerados tabúes en la poesía femenina.

PURA CARCOMA CON FORMA DE PALOMA

Ahora sólo te elaboro
para leerte yo,
para consumo interno,
para uso y abuso de mis ojos
(factores de producción han deteriorado mis
modos de producir amor a gran escala)
Mejor es que me siente a tu lado
en estos graderíos circulares
para observar
la representación de una tragicomedia en piedra
dividida en cinco actos de argamasa
con sus respectivos abucheos de arena.

Mejor es que te quedes con tus rizos de estatua aliñada
y sin más vistas
que la de algunos secos dioses ya listos para la taxidermia.

Poesía que una vez yo poseía:
qué hacer o qué no hacer
para evitar que tu triste cacareo se estrelle en una sartén
sin que hayas muerto,
qué hacer o qué no hacer
para que no te quedes de pasabola,
para que puedas en una última y desesperada instancia
batear de un solo colibrí desviado
los dos versos todavía no enteramente convencidos
de que no hay poesía que dure cien años
ni cuerpo que lo resista.

Ya no está tu agonía trotona para desgorgorarse
en silvestres gorgoritos,
no obstante
te haré pasar de contrabando debajo de mi brazo

Oh poesía que alguna vez me poseyera,
qué hacer o qué no hacer
para que de estos versos
resurja ese perdón que necesito,
de ti, paloma aguada,
pura carcoma con forma de paloma,
paloma aguardentosa carcomida
a la que he retorcido por las patas tantas veces
queriendo que gotees
la ley seca que pesa en mis palabras.

Carcoma con forma de paloma, 1988.