Categoría: Autores

Wallace Stevens

Bodegón con manzanas y vaso verde, de Charles Demuth

Para Wallace Stevens (Estados Unidos, 1879-1955), la poesía es «un esfuerzo del hombre insatisfecho por encontrar satisfacción a través de las palabras; a veces, del pensador insatisfecho por encontrar satisfacción a través de sus emociones».

LA POESÍA ES EL TEMA DEL POEMA…

La poesía es el tema del poema.
De aquí el poema nace

Y aquí vuelve. Entre ambos,
Nacimiento y retorno,

Hay una ausencia en lo real,
Las cosas como son. O eso es lo que decimos.

¿Pero están separados? ¿Es acaso una ausencia?
Para el poema, que allí adquiere

Su verdadera faz, verde de sol,
Rojo de nube, tierra que siente, cielo que piensa?

De éstos toma. Tal vez da
En reciprocidad universal.

El hombre de la guitarra azul, 1937. Traducción de Andrés Sánchez Robayna.


Ramón Irigoyen

Sin título, de Carlos Alcolea (Serie Greta Garbo. Desnudo en la piscina)

Ramón Irigoyen (Pamplona, 1942) es, además de un excelente traductor de poesía griega moderna, uno de los poetas más personales de la generación del 70. Sus versos son una crónica audaz e insolente de su tiempo.

ARTE POÉTICA

Every poem an epitaph
ELIOT

Un poema si no es una pedrada
–y en la sien–
es un fiambre de palabras muertas
si no es una pedrada que partiendo
de una honda certera
se incrusta en una sien
y ya hay un muerto.

Cielos e inviernos, 1979.


Eduardo Lizalde

La obra poética de Eduardo Lizalde (México, 1929-2022), heredera de la poesía maldita (Baudelaire, Rimbaud, Artaud…), está recorrida por la figura del tigre, representación simbólica de los bajos instintos del ser humano.

PARA EL ODIO ESCRIBO…

Para el odio escribo.
Para destruirte, marco estos papeles.
Exprimo el agrio humor del odio
en esta tinta,
hago temblar la pluma.

En estas hojas,
que escupo hasta secarme, arrojo
todo el odio que tengo.
Y es inútil. Lo sé.
Sólo te digo una cosa:
si estas últimas líneas
fueran gotas,
serían de orines.

«Grande es el odio, 5», en El tigre en casa, 1970.


Claribel Alegría

Claribel Alegría (1924-2018), poeta salvadoreña, aunque nacida en Nicaragua, es una de las voces femeninas esenciales de la poesía centroamericana. Su poesía es expresión de la conciencia femenina y revolucionaria americanista.

MI CANTO

Mi canto como un árbol
tiene raíces hondas.
Ya no le basta el cuerpo.

Son de fuego sus ramas
y quiere florecer,
estallar en el aire.

Rompe mi carne, canto.
Qué importa si yo muero.
Escaparé a la angustia de saberme cárcel.
Y subiré en un tallo a escucharte.

Anillo de silencio, 1948.


Washington Benavides

Sin título, de Gonzalo Fonseca

La literatura contemporánea uruguaya tiene en Washington Benavides (1930) a uno de sus más destacados poetas. El carácter conversacional y popular de su poesía lo convierte en uno de los poetas más musicalizados de su país.

OÍDO EN UN TELÉFONO

El poeta es un apóstata,
inevitablemente. Está
marcado para la apostasía.
Su búsqueda incesante
le obligará a colgar
más de una fe en el perchero
(ni a César lo que es del César
ni a Dios lo que es de Dios)
Traspasará las puertas
de marfil o de cuerno
las del cofre-fort
las de la cabina telefónica
las de la cabina espacial.
Descifrará en el palimpsesto
de los días
otros días que igualmente
fueron o serán suyos.
Traducirá las páginas etruscas
de las muchas realidades.
El poeta es un apóstata.
No tiene otra salida. Está
obligado a descubrir
lo que le espera a la vuelta
de la esquina. Y esto no le
acarreará
ni seguridad ni prestigio.
El poeta es un apóstata.
Pelada la última capa de la cebolla
debe imaginar la cebolla
platónica
que en un plato -fuera de su alcance-
lo espera
para recomenzar el trabajo
de quitarle una a una sus pieles
y encontrarse con otra cebolla
reluciente
idéntica a un lucero.
El poeta es un apóstata.
Debe serlo. Para acompañar
a los que se atreven por el salón
de los pasos perdidos
a los que conversan con sus sombras
a los que alientan desde una cárcel
la liberación de los hombres.
Poesía
se llama
Apostasía.

Lección de exorcista, 1991.